El Tratado de Forlivio (II)

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Guido Bonato y “El Tratado de Forlivio sobre los más principales juicios de los astros”

Mercedes Ainhoa Hernández Pérez

Tesis Doctoral

Universidad Complutense de Madrid
Facultad de Filología

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Y llegamos, por fin, a las significaciones del planeta Mercurio, dios del conocimiento, patrón de la filosofía y de la literatura, que posee una naturaleza dual: «Dixit alchabicius mercurius est planeta commixtus masculinus diurnus [….] Et si iungatur planete maculino dicitur masculinus: et si nocturno nocturnus: et si diurno diurnus. Et habet significare fratres minores». La vinculación de este dios con el conocimiento ya queda enunciada en Alcabicius:

«Et ex etate habet iuventutem et profectum in ea: et que significat ex operibus opera que generant cognitionem veritatis et rethoricam: erit enim ordinatus in sua loquela. Et habet mercurius significare geometriam atque scientiam negociationis et sciet disponere negocia multa [….]. Et dixit afla que significat philosophiam et auguria et scriptura et proverbia: erit bonus moralis: etiam addiscet arismetricam scientiam».

Cuando Mercurio se junta con Júpiter, da obras y melodías vinculadas a los libros religiosos. Por otra parte, cuando se junta con Venus significa instrumentos musicales como la cítara, la viola, el arpa, etc…

Afirma Bonatti que Mercurio es fortuna cuando se junta a fortunas, e infortuna cuando se junta con los maléficos (debido a su naturaleza dual). Según Albuaz y Ebrianus, rige el ombligo, las piernas, los nervios, las venas y arterias. En cuanto a su color: todos los colores que se mezclen con otros y sean variados, su sabor el aceitoso, su orbe siete grados, su día el miércoles, su noche aquella que precede al domingo, sus años mayores 76 y sus menores 20.

Según Iaphar, los diferentes tipos de movimientos del planeta Mercurio simbolizan una u otra etapa de la vida del hombre. Desde la retrogradación hasta la estación segunda, representa la niñez. De la estación segunda a la conjunción con el Sol, simboliza la juventud. Y, finalmente, desde la conjunción con el Sol hasta la estación primera, encarna la senectud. Por otra parte, Mercurio tiene regencia sobre las regiones de Acalem, Magidem y todas las tierras de la India. Sacerdos nos expone las características del nativo de Mercurio:

«Et dixit sacerdos mercurius dat homini gracile habere corpus. Est autem mercurialis sapiens: lectioni libenter vacans: stature sepius mediocris: sufficienter acquirens amicos: non leuiter eos retinens. Et dixit que habet pulcram barbam sed raram atque parua subtilia gerens quandoquem labia nasumque similiter».

La representación alegórica de Mercurio nos muestra a un joven con una vara con dos serpientes enroscadas (caduceo o vara de Esculapio), en un carro tirado por dos águilas, en cuyas ruedas se observan los símbolos de Mercurio (Gemelos) y Virgo (Vestal). Venus, por su parte, aparece dotada de alas en su cabeza junto a su hijo Cupido (ojos vendados, arco y flechas en carcaj), sentada en un carro tirado por unas aves que bien pudieran ser palomas (uno de los animales de Venus), en cuyas ruedas aparecen los símbolos de Tauro (Toro) y Libra (Balanza).

En cuanto a la Luna, es curioso que Guido Bonatti, apoyándose en la férrea autoridad de Albumasar y Alcabicius, la considere fortuna: «Dixit Albumasar et alchabicius luna est fortuna femenina nocturna: operatur per naturam suam frigiditatem et humiditatem: et est significatrix matrum». Según Alcabicius, es de flema templada (temperamento flemático). Simboliza la infancia, y su magisterio son los legados y todos aquellos asuntos relacionados directamente con el agua (que es su elemento). En cuanto a las substancias, significa plata, en contraposición al oro, regido por el Sol. De las religiones, tiene gobierno sobre aquellas que defienden los cultos lunares, y entre aquellas gentes que confían en sus religiosos. Sus enfermedades: la epilepsia, y todas aquellas dolencias relativas a la lengua y los labios.

Asimismo, no deja de ser curioso cómo la Luna posee la misma particularidad que Mercurio: cuando se junta a benéficos es fortuna, y cuando a maléficos, infortuna. En relación con las significaciones relativas a aspectos con otros planetas, destaca el simbolismo del ayuntamiento con el jovial Júpiter: «Et si iungat cum iove significat que natus erit cautus et erit honestus atque in omnibus benignus: et ducet bonam et pulchram et honorabilem et placabilem vitam et omni modo laudabilem». Si el aspecto se produce con el dual pero sabio Mercurio, el nativo sentirá una inclinación natural hacia la escritura y la retórica. El color de la Luna es el semejante al limón, y su sabor el salado. Rige el ojo derecho de las mujeres, y el izquierdo de los hombres. Su día es el lunes, su noche aquella que precede al viernes, su orbe doce grados, sus años mayores 108, y sus menores 25. En cuanto a sus rasgos y señas: «Et dixit messahala que significat de figuris hominem album commixtum cum rubore niueum supercilis beniuolis: habentes oculos non ex toto magnos: faciem rotundam: pulcrum statum» .

En la segunda parte del tratado, Bonatti se dedica a explicar la parte técnica de los movimientos de los planetas. Comienza así: «Et dixit alchabicius significatio eorum que acadunt planetis in semetipsis est ut sit planeta ascendens in circulo sue augis minor lumine et magnitudine atque cursu». A continuación, define y diferencia los dos tipos de longitud: «Longitudo longior est illa pars epiciculi que est supra líneas ecentrici. Longitudi vero propior est illa pars epiciculi que esst infra líneas eccentrici: et sic in hoc differunt ab inuicem aux et longitudo». En los siguientes capítulos, el astrólogo de Forlí define ciertos estados de los planetas a través de la terminología árabe (procede de las astrología musulmana): almuguea (planeta occidental al Sol), alitifal (aspecto entre planetas), alcobol (planeta que transmite a otro su dignidad por aspecto). También aparecen términos como dustoria (planeta cuya dignidad se halla fortalecida por su posición sobre la tierra (masculinos) o bajo tierra (femeninos), o por su concordancia entre polaridad y signo). En el capítulo quinto, Bonatti diferencia entre planetas orientales y occidentales:

«Saturnus et iupiter ex quo exeunt de sub radiis solis ut ait alchabicius vocantur orientales: et dicuntur augmentari in fortitudine usque dum elongetur a ille 30 gradibus: sicut Eger qui post crisim augmentatur in sua fortitudine atque prosperitate donec resumat suas pristinas vires et redeat ab suum statum in quo erat antiquas incipere egrotare et securius maneat».

Dentro de estos estados, existen los casos particulares: orientales euntes ad debilitatem, orientales retrogradi, occidentales retrogradi, occidentales fortes, occidentales euntes ad debilitatem, occidentales débiles, occidentales combusti. En el capítulo séptimo define ‘planeta combusto’ (bajo los rayos del Sol por menos de 12 grados), ‘planeta oprimido’ (a dos grados del Sol), ‘planeta evaso’ o ‘evadido’ (separado del Sol por dos grados). Una denominación muy hermosa es aquella de ‘planeta en su luz’, referido a aquel cuerpo celeste que ha salido de debajo de los rayos del Sol y que aún no se ha unido a otro planeta. En este punto, Bonatti introduce una matización importante, que procede de su maestro Zael (aunque él no aparece mencionado): «Coniunctio corporalis destruit aspectum: aspectos vero non annulat coniunctionem corporalem». En Zael encontramos: «For an aspect does not destroy a conjunction, but the conjunction destroys an aspect». A continuación, Bonatus define los estados de ‘refrenatione’ («unde dicitur planeta tunc refrenari a coniucntione alterius planete»), denominado alichicec por Alcabicius, y de ‘contrarietate’ («et hec appellatur contrarietas: quoniam deuenit contrarium eius quod debebat deuenire») de los planetas.

El cuarto tratado, «De considerarione quarundam coniucntionum et quorundam aliorum que oportet astrologum scire et considerare», se divide en ocho capítulos ilustrativos sobre la magna doctrina de las conjunciones (cuyo máximo exponente histórico fue el astrólogo islámico Albumasar). En el capítulo primero, «De expositione quorundam nominum astrologorum», Guido Bonatti nos enseña los pormenores de la conjunción mayor entre Júpiter y Saturno. Explica cómo la conjunción que tiene lugar entre ambos planetas en el signo de Aries en el primer término, y que se produce cada 960 años exactamente, es indicativa de fortuna: «habet significare res magnas venturas in mundo». La segunda conjunción (más bien aspecto) se produce cuando ambos se hallan en signos de la misma triplicidad, que viene a ser cada 240 años.

A continuación, nuestro astrólogo se refiere a un hecho astrológico insólito, que ya menciona Saphar: cuando el Sol y la Luna hacen conjunción en dos ocasiones en un solo mes, lo cual acaece en los meses lunares que constan de 29 días. Pone el siguiente ejemplo: «Similiter facta fuit una coniucntio in primo die augusti et ante que egredetur sol de augusto ita que compleretur, ille mensis lunaris facta fuit alia coniunctio solis et lune in 30 die augusti: et ita facet sunt due coniunctiones solis et lune in uno mense».

En el capítulo segundo, Bonatti nos habla de la categorización de las conjunciones de los 7 planetas tradicionales, y de sus particularidades. La primera división o categoría considera el movimiento de los ‘planetas superiores’: Saturno, Júpiter y Marte. La segunda considera el movimiento del planeta que se halla en el centro: el Sol. La tercera, el movimiento de los inferiores: Venus, Mercurio y la Luna. De Saturno cuenta Bonatti que se asemeja al «primer motor», y de Marte, el último de la primera división, que provoca «la destrucción de las cosas». Mercurio es el significador de las cosas que significan perfección, como son los números, la escritura, las medidas, la escultura, etc… Es aquél situado en el centro de los planetas inferiores, en tanto que Júpiter es el centro de los superiores: «Sicut enim iupiter est medius inter planetas superiores ita est mercurius est medius inter planetas inferiores et succedit veneri in ordine circulorum».

La Luna es la significadora de las cosas móviles, veloces y mutables, y rige por ello las peregrinaciones y todo aquello que sea semejante; sus significaciones son parecidas a las de su correlativo Marte, ya que ambos son terceros en el orden establecido.

El capítulo tercero, «De coniucntione saturni et martis», nos expone los terribles significados de la conjunción de los dos planetas tradicionalmente considerados como maléficos desde la doctrina de Ptolomeo. La más dañina, sin lugar a dudas, es la conjunción que se produce entre ambos planetas en el signo de Cáncer, ya que Saturno se halla en exilio y Marte en declinación, lo cual acrecienta el maleficio y desencadena el infortunio: «Mutant etenim regna aut fiunt guerre terribiles ex quibus sequunt intersectiones suffocantes captiones praue: destructiones regnorum: combustiones ignis et multe sanguinum efusiones: fames: mortalitates: sterilitates atque multitudines pestilentiarum». Según sean orientales u occidentales al Sol, se matiza su significado. Bonatti destaca la idea de la dignidad o debilidad de los maléficos: en este sentido, menciona la conjunción de ambos en el signo de Capricornio, que resulta ser radicalmente distinta a la explicada anteriormente. Al hallarse en posiciones de dignidad (domicilio de Saturno, exaltación de Marte), la malicia de los astros se mitiga.

El capítulo cuarto aborda la cuarta conjunción, la de Saturno y Júpiter en signos de la misma triplicidad, acontecimiento que se produce cada 20 años. Entre ambos planetas ocurren 12 conjunciones en signos de la misma triplicidad, lo cual sucede en el espacio de 240 años, nada más y nada menos. En el capítulo quinto, que versa sobre los aspectos o conjunciones del Sol, Bonatti alerta sobre la necesidad de considerar muy especialmente el ingreso del Sol en Aries (0º Aries), y de analizar la aspectación del Sol con el resto de planetas en ese instante exacto. Para ello, el astrólogo deberá levantar una carta astral (horaria) del momento exacto (hora y minuto concreto) del inicio de la primavera (equinoccio). La sexta conjunción es aquella que se produce entre el Sol y la Luna en el mes lunar (conjunción: luna nueva, oposición: luna llena). Sus significados serán expuestos, promete Bonatti, en el tratado de revoluciones y en el de meteorología, «De reuolutionibus annorum mundi» y «De ymbribus et aeris mutationibus».

A continuación, el astrólogo y filósofo expone el significado de las horas ‘combustas’ e ‘incombustas’ (capítulo 6), que son las horas posteriores a la conjunción exacta del Sol y la Luna (luna nueva). Las primeras doce horas posteriores a la conjunción solilunar (grado y minuto exacto) son combustas, es decir, maléficas; las 72 horas posteriores, incombustas o benéficas; las siguientes 12 horas, combustas. Dichas horas combustas se dividen en tres partes iguales, cada una de las cuales tendrá una significación distinta, si uno decide, por ejemplo, ir a la guerra en ese momento determinado:

«Et dicebant que qui inceperit in primis quatuor horis bellare vel ad bellum ire timendum este i mors corporis sui. Et qui inceperit in 4 horis secundis bellare vel ad bellum ire timendum este i captio vel vulneratio sue aliqua percusio sine amissiones vite. Et qui inceperit in 4 horis ultimis bellare vel ad bellum ire timendum est ei amissio substantie et eorum qui cum eo fuerint et poterit etiam perderé de personis adiutorum suorum».

En el epígrafe contiguo, «De duodena lune», Bonatti explica un procedimiento de asignación de regencias. Consiste en calcular las 12 horas siguientes a la conjunción soli-lunar y dividirlas en tres partes iguales. La primera división vendrá regida por el Sol, que es el primer Señor de la primera triplicidad del fuego; la segunda por Júpiter, segundo Señor de la triplicidad del fuego; la tercera por Saturno, tercer señor. Las siguientes doce horas vienen regidas por los regentes de la triplicidad de la tierra: en primer lugar, por Venus, después por la Luna, y en último lugar, por Marte. Las doce horas posteriores por los señores de la triplicidad del aire: Saturno, Mercurio, Júpiter. Y las últimas doce horas son gobernadas por los señores de la triplicidad del agua: Venus, Marte y Luna. «Et ob hoc dixit ptholomeus serua duodenam lune quam hec est illa duodena lune de quam ipse intellexit», añade Guido Bonatti. Las horas combustas son, pues, horas prohibidas en las cuales no se deben iniciar acciones o proyectos, ya que son horas infortunadas, según la doctrina de los antiguos filósofos.

El tratado quinto consta de 146 consideraciones sobre diferentes aspectos de la astrología, aunque priman las recomendaciones referentes a la doctrina de las elecciones y las interrogaciones. Lo cierto es que Bonatti no sigue un orden temático o estructural determinado, es más bien un orden lógico en el discurrir de los acontecimientos. Prueba de ello es la primera consideración, en la cual Guido advierte de la importancia de observar cuál es el propósito del interrogante al plantear la cuestión al astrólogo: si el tema preocupa realmente al individuo, cuál es el estado de los planetas (tránsitos), y, finalmente, si el individuo está haciendo uso de su libre albedrío. La segunda cuestión resalta la importancia de hacer la interrogación en un estado de serenidad, y no afligido o asaltado por emociones violentas. La tercera consideración invita a reflexionar sobre el modo en que los planetas actúan en nuestro mundo, en tanto que la cuarta explica estas 16 maneras o tipos de influencia de los cuerpos celestes:

1) Profección o Alchecohol.
2) Detrimento o Aliber.
3) Conjunción o Alitifal.
4) Separación o Alchinirat.
5) Traslación de luz o Annecad.
6) Colección de luz o Algemei.
7) Prohibición de luz o Almana.
8) Recepción o Alcobol.
9) Vacuidad de curso o Gastalcobal.
10) Permisión o Galaalocir.
11) Otorgar la virtud o disposición o Alteat.
12) La recepción de la disposición o Dalpha Alcoa.
13) Retirar la disposición o Daffaredbit.
14) La fortaleza o Alcoevah.
15) Debilidad o Adirof.
16) El maleficio de la Luna o Gnaymel.

En la quinta consideración, Bonatti nos muestra los diferentes posibles estados de corrupción de la Luna:

1) Cuando se halla combusta.
2) Cuando está en los grados de su declinación: 3º Escorpio, en Capricornio, o unida a un planeta que se halla en declinación.
3) Si se halla en un grado combusto.
4) Si se encuentra en conjunción, oposición o cuadratura con Marte y Saturno.
5) Cuando está con la Cabeza o Cola de Dragón.
6) Si se halla en el signo de Géminis (Casa XII de su domicilio).
7) Cuando se encuentra al final de cualquier signo (excepto Leo, cuyos últimos seis grados vienen regidos por Júpiter).
8) Cuando se encuentra en las casas infortunadas: VI, VIII y XII (Bonatti incluye la IX, ante mi perplejidad).
9) Si está en el 15º de Libra o el 15º de Escorpio.
10) Si se halla vacía de curso (feral).
11) Cuando su movimiento es lento.
12) Cuando su luz ha decrecido, es decir, al final del mes lunar.
13) Si se halla cercada por los maléficos.
14) Si se encuentra en los grados azemene.
15) Cuando se halla en los grados infortunados.
16) Si está en los grados fumosis.

En la sexta consideración, Guido Bonatti insta al aprendiz de astrólogo a considerar el estado de debilidad de los planetas: si el astro se halla cadente, retrógrado, combusto, peregrino, etc… La séptima sentencia es curiosa: en ella Guido nos muestra los posibles casos de error del propio astrólogo, las situaciones que deben evitarse si se aspira a juzgar con sabiduría:

1) Si el interrogante no sabe cómo preguntar sobre aquello que le preocupa.
2) Cuando la hora de la carta astral es incorrecta.
3) Cuando el astrólogo ignora si el Sol se hallaba en el Mediocielo o en la novena.
4) Cuando los benéficos y los maléficos son de igual fortaleza.
5) Cuando el querente se acerca al astrólogo engañosamente.
6) Cuando el interrogante no hace una pregunta seria (según Bonatti, en este caso el Ascendente se hallaría al final de un signo o al principio del siguiente).

La décima consideración nos invita considerar la naturaleza de las estrellas fijas, que tan pronto pueden ayudar en la cuestión, como esconder los problemas inherentes a la misma. La undécima sentencia resalta la importancia de considerar la naturaleza de los maléficos, el porqué de su maldad: Saturno posee una naturaleza excesivamente fría, en tanto que Marte es excesivamente ardiente. Se ha de evitar su oposición o cuadratura; los aspectos de sextil o trígono son menos violentos (según Zael). En las siguientes consideraciones, nuestro astrólogo invita al lector a observar al Sol y a sus significados (es fortuna), y a no perder de vista a Mercurio a la Luna, astros de naturaleza mutable.

En la consideración decimoséptima, Bonatti nos insta a observar el buen estado del planeta significador de nuestra pregunta: es importante que se halle alejado de la perniciosa influencia de los maléficos, y de los ángulos de éstos (sentencia decimoctava). La sentencia decimonovena recalca la importancia de evitar la vacuidad de la Luna, cuando se emprende una iniciativa, ya que ese vacío lunar prohíbe la concreción del acontecimiento.

En las consideraciones número 20, 21, 22 y 23, Bonatti se refiere al movimiento de unión o separación de la Luna con los planetas: si el planeta al que se junta es fortuna, anuncia el final feliz de los acontecimientos. Lo mismo sucede con el movimiento de separación, que significa el pasado: si el astro del cual se separa es benéfico, implica que el asunto fue positivo, si en cambio es un maléfico, que fue de índole negativa.

Las consideraciones número 24 a 51 de refieren a las situaciones de debilidad de los planetas o del señor o regente del asunto por el cual interroga el querente, o a sus situaciones de fortuna o fortaleza. Se ha de evitar la declinación del planeta del planeta en cuestión (nº 24), su retrogradación, sus estaciones (nº 25, 26), que el significador sea una de las infortunas (nº 27) o que esté tardo de curso (nº 28). Una situación especial ocurre cuando el planeta se halla en el grado 29º: según Zael la virtud del astro se halla todavía en el signo en el cual está (nº 30). Se ha de considerar también si el significador es un maléfico, cuál es su condición: si está fuerte, no corrupto, traerá algún bien, pero si está en mal estado, será malo.

Bonatti menciona al compilador Sarcinator, autor de la obra Pentadeca, en la cual afirmaba que una infortuna fuerte y en buen estado es mejor que una fortuna retrógrada y afligida. Se ha de considerar también si la infortuna se ajunta a otra infortuna (nº 33), el estado del maléfico (nº 34), en qué signo se halla y tiene dignidad (nº 35), el aspecto entre fortunas e infortunas (nº 36), si el significador se halla en recepción (nº 39), si la infotuna está peregrina (nº 40), o si el planeta afortunado está retrógrado o combusto (nº 43), ya que en este caso su significación positiva será mínima.

La consideración número 48 es muy interesante, ya que nos ilustra sobre el poder de los benéficos sobre los maléficos: Bonatti nos enseña cómo la malevolencia de una infortuna puede quedar anulada por la presencia de un benéfico. Júpiter, si se halla en buen estado, vence a Saturno (Gran Benéfico y Gran Maléfico), y Venus a Marte (Pequeño Benéfico y Pequeño Maléfico). Sin embargo, Venus es incapaz de anular la malicia del poderoso Saturno por sí misma, a no ser que sea ayudada por el magno Júpiter.

El sexto tratado de Guido Bonatti, De precipuis iudiciis astrorum, será analizado en su versión castellana, a través del comentario del manuscrito único intitulado Tratado de Forlivio sobre los más principales juicios de los astros, objeto de estudio de esta tesis doctoral.

El séptimo tratado, Tractatus de electionibus seu dicta sapientium, dedicado a la rama de la astrología eleccional, que permite escoger los momentos más afortunados para emprender todo tipo de acciones y empresas, comienza con una defensa del libre albedrío y con la crítica a los «tunicati», a los cuales Bonatti califica de «ydiote»:

«Uidetur mihi conveniens de ipsis tractatum seu vestigia sapientium nostrorum facere specialem. Est autem electio per consiliati appetitus consilium. Eligere autem est appetitus intellectus resultans ex actu liberi arbitriu. Et licet insurrexerint mihi aliquam plures fatui atque ydiote tunicati dicentes electionem nihil valere atque penitus nihil esse».

Al igual que hiciera en los primeros capítulos introductorios del primer tratado, Bonatti se muestra muy seguro de sus propias convicciones, consciente del inmenso bien que asegura al hombre el correcto uso de la astrología. Poder elegir el momento más afortunado para comenzar un trabajo, emprender una acción, es un don del cielo, un regalo que Dios nos otorga a través de nuestra capacidad intelectiva, en absoluto un pecado. Dios es el creador de los cielos y de las estrellas incorruptibles, compuestas de la quinta esencia enunciada por Aristóteles:

«Altissimus enim et gloriosus creator omnis celos fecit et stellas incorruptibiles de quinta essentia incorruptibili ut inferiora corruptibilia de 4 corruptibilis essentiis et elementis facta regerent et gubernarent: et fecit stellas propter homines ut a stellis hominibus et aliis inferioribus iuuamina prestarentur».

Asimismo, el filósofo enuncia el número de cielos, así como el lugar en el cual se hallan las estrellas fijas, en el primo mobile: «Stelle enim in 8 celis sensibilibus et mobilibus sunt constitute: ille enim que sunt in primo mobili que fixe a philosophis appelantur sunt quasi ut materia corruptibilia sunt forme: planete vero sunt et operantur et exercerent quoddam medium per quod superiora in inferioribus». A continuación, habla de la diversa manera en que el movimiento de los planetas influye en nuestro mundo; sus diversas impresiones mutan y se alteran: se calientan y se enfrían, se secan y se humedecen. Poco después, Bonatti escribirá uno de los pasajes más polémicos del libro: afirma que la doctrina de las elecciones fue empleada por el mismo Jesucristo: «Et potest eligi bona hora et mala seu que ipse dominus noster ihesus christi elegit dum dixit eamus in iudea iterum et mala possunt euitari que ventura sunt seu dispositiones motuum predictorum et significata mala».

Acto seguido, el astrólogo de Forlí afirma saber a ciencia cierta que la Fortuna existe, a pesar de que los «ydeote» nieguen afanosamente su existencia: «Uolo enim te scire que fortuna dominat in omni re licet quidam ex tunicatis ydeote dicant que fortuna non est sed solum quod deus vult. Sapientes vero eorum in hoc discrepant in occulto licet in publico videant eis assentire». La prueba de ello es que en el mundo existen grandes y extrañas diferencias: sabios hombres que no tienen nada que comer, y fatuos a los cuales les sobran los recursos. En este sentido, Bonatti intenta explicar y justifucar el uso y conocimiento de la astrología eleccional, que, en cierto sentido, protege al sabio, actúa como un pararrayos, y permite al astrólogo ayudar a sus semejantes ante las adversidades de la vida.

Apoyándose en la autoridad de Ptolomeo, Sarcinator o Haly, en el capítulo dos esboza una serie de argumentos a favor de las bondades de la doctrina de las elecciones. «Deus enim dat nato quod stelle ministrant», o lo que es lo mismo, no hay pecado alguno en la práctica astrológica, ya que las estrellas son mensajeras de la divinidad. Ésta es la postura que los astrólogos cristianos esgrimen en defensa de su ciencia, que no coarta el libre albedrío ni desafía el poder divino. Recurriendo a la autoridad de Sarcinator, Bonatti nos recuerda cómo el individuo no puede conseguir, ni mediante elecciones ni a través de las interrogaciones, aquello que el cielo le tiene absolutamente vedado per se, es decir, aquellas prohibiciones inherentes a la carta natal del individuo.

En el capítulo tercero, «De radice electionum», Guido resalta la importancia de atender al estado de la Luna, así como al planeta significante de nuestra cuestión: si el asunto que preocupa es una guerra, habrá que observar a Marte; si en cambio se trata de una cuestión de dinero, a Júpiter; si se trata de una boda, a Venus. Después de esta advertencia preliminar, Bonatti da las claves para hacer un buen juicio en el campo de las elecciones: se ha de tener en consideración la casa I y IV y sus señores. La primera representa siempre al querente, en tanto que la cuarta alude al feliz o infeliz fin de los hechos por los cuales se interroga. A continuación, el astrólogo italiano intenta desechar algunos de los mitos de la doctrina de las elecciones, como aquel que alerta de los errores de fortificar las fortunas y debilitar las infortunas, ya que si el querente, por ejemplo, tiene fuertes las infortunas, habrá que aprovechar su poder. Bonatti concluye que esto supone un peligro si ignoramos la carta astral del querente. Por lo tanto, ante la duda o ausencia de datos, es mejor ir sobre seguro, y fortalecer benéficos y debilitar maléficos: «debilitatio fortunarum peior est que debilitatio infortunarum». Añade que, si sabemos el horóscopo de la persona, la significación del tema es negativa, y la elección es buena, algún bien le resultará al querente, como si fuera una medicina que en algo habrá de aliviar, o al menos no dañar, al enfermo.

Por otra parte, en el capítulo quinto pone de relieve el hecho de que será baldío intentar elegir un momento adecuado para aquello que es imposible o que va contra las leyes físicas: volar, hacer que una liebre corra como una cabra, recorrer largas distancias en un solo día, pretender escoger un momento adecuado para que una octogenaria dé a luz, etc… A continuación, amplía la información relativa a las reglas: aparte de la Casa I y la IV, se han de observar las luminarias (Sol y Luna), el Parte de Fortuna, el Señor de la casa en la cual está situado, la casa que se refiere al tema que interesa y el planeta al cual la Luna se junta. Seguidamente, pone ejemplos concretos de posibles elecciones: por ejemplo, para saber las características de un edificio o de un campamento, se ha de atender al planeta conjunto a la Luna, y se ha de debilitar a Marte.

Para construir un edificio, por ejemplo, es crucial el momento en el cual se coloca la primera piedra, ya que es el inicio de la empresa: «Manifestum est igitur positionem primi lapidis et ipsum primum lapidem eiusquem debitam locationem esse principium rei intrinsecum». En el caso de no poder elegir el Regente de Iª, la Luna o el planeta significante, se recurrirá al Señor de la hora. Si esto no es posible, se vigilará a la Luna. En el epígrafe, «De fortificando sole», Bonatti recomienda fortalecer la posición del Sol si el querente pregunta por un tema noble y magno, y busca la duración de las cosas.

En el séptimo capítulo, el astrólogo de Forlí da las correspondencias planetarias de aquellos posibles temas por los cuales el nativo puede interrogar: si el que pregunta es el rey, habrá de atender al Sol, a la Casa IX y a su señor; si es un tema de escribas o mercaderes, o relacionado con la mente o la escritura, mirarás a Mercurio; si el tema tiene que ver con el fuego o el hierro (guerreros, herreros, boxeadores, artesanos, etc…) observarás la posición de Marte; si el tema es sobre religión o religiosos, o substancias o adquisiciones, atenderás a Júpiter; si la cuestión se relaciona con las mujeres, o con el pueblo árabe, mirarás a Venus; si tuviera que ver con la agricultura, los ancianos o los judíos, o los religiosos de negras vestiduras, atenderás a Saturno.

Según Haly, en todas las elecciones se debe considerar el estado del Regente del Ascendente, la Luna y el planeta gobernador de aquello por lo cual se pregunta (y éste debe de fortificarse especialmente): «Haly vero dixit que in omnibus nostris electionibus debemus considerare dominum ascendentis. Et lunam et facere significatorem rei nostre fortiorem ex eis». A continuación, Bonatti reflexiona sobre la necesidad de fortunar o infortunar a la Luna en temas de caza: «Verumtamen zael et ahomar vident dicere que Luna sit in venatione fortunanda: sed que hali dixit que luna sit infortunanda in venatione ideomatice locutus [….] Quod alii dixerunt que sit fortunanda non intellexerint que sit fortificanda».

En el capítulo noveno, Guido expone las particularidades de la doctrina de las elecciones según Albumasar. Se han de observar:

1) La Casa IV y su señor.
2) El señor del signo en el cual se halla la Luna.
3) El planeta al cual se une la Luna.
4) El señor de la casa y del signo donde se ubica el Parte de Fortuna.
5) El signo en el cual se halla la Luna.

Según Haly, se debe añadir el señor de la IVª desde el lugar donde se halla el Parte de Fortuna (sistema de casas derivadas). Añade Bonatti que ha de observarse el Señor de la Iª, que universalmente significa la cosa preguntada, y que la IVª es importante, ya que representa el final del asunto. También llama la atención sobre el hecho de que es casi imposible elegir un momento astrológico óptimo al cien por cien: «Quia forte toto tempore vite nostre non possumus facere una mita perfectam electionem cui non deessent aliqua ex predictis. Oportet ergo que aptemus nostras electiones prout melius possumus».

Es sobremanera importante que el astrólogo adapte o tome el signo que simboliza el tema requerido por el querente (capítulo 9), según afirmaba Haly. Se ha de escoger un planeta «de quo nihil mali dicit», que no esté retrógrado, ni combusto, ni cadente, ni impedido de ningún modo. Según la doctrina de Haly, en los asuntos relacionados con los reyes o magnates, se han de adoptar los signos de la triplicidad del fuego (que es el elemento más noble): es decir, Aries, Leo o Sagitario. El mejor de los tres será Leo, ya que simboliza la realeza; después Aries, al ser el primer signo y poseer la fuerza del primer fuego; en último lugar, Sagitario, el menos hábil al ser signo biforme: «Dixit etiam haly quem debemus aptare arietem et leonem et sagittarium in factis regum et magnatum».

A continuación, Bonatti nos ilustra en las significaciones de las casas de los planetas, apoyándose en las enseñanzas de Haly. Saturno significa oscuridad y profundidad, Júpiter, bondad y honestidad, Marte, guerra y conflicto, Venus, juegos y diversiones, Mercurio, escritura y filosofía, el Sol, claridad:

«Et dixit haly que domus planetarum significant ídem quod domini earum sicut domus saturni que significant obscuritatem et profunditatem sicut saturnus domus iovis que significant bonitatem et honestatem sicut iupiter. Similiter domus martis que significant bella et contentiones sicut mars. Domus veneris que significant ludos et alacritates sicut venus. Similiter domus mercurii que significant scripturam et philosophiam sicut mercurius. Domus luminarium que significant sublimitatem et claritatem sicut luminaria».

Asimismo, Bonatti recomienda ubicar en signo masculino el significador del tema, si éste es masculino; si fuera femenino, en signo femenino. También recomienda jugar con los signos de ascensión directa a nuestro favor, o ubicar el Parte de Fortuna o su regente en la casa que sinboliza nuestra petición. Otra buena práctica en elecciones consiste en aprovechar la naturaleza afortunada de ciertas estrellas fijas para obtener el éxito en nuestras empresas: se habrá de colocar en el grado exacto del Ascendente (representa al querente), en el Mediocielo o Casa X (destino), en la undécima (Casa de la Fortuna) o en la cúspide de la casa que simboliza el tema por el cual interroga el nativo al astrólogo: «Considerabis etiam stellas fixas et videbis si poteris ponere aliquam ex eis de illis que habent significare fortunam et bonum».

El octavo tratado de la compilación astrológica de Guido Bonatti se titula De reuolutionibus annorum mundi. En él, el astrólogo de Forlí aborda la doctrina de las revoluciones, un pronóstico sobre las venturas y desventuras que aguardan al nativo en el espacio de un año (en astrología moderna se denomina revolución solar). El opúsculo se divide estructuralmente en cuatro partes. En la primera Guido Bonatti nos enseña a encontrar el Señor del Año o de la Revolución. En la segunda se nos habla de los significados, de la interpretación de la carta o revolución anual de cara a la figura del rey (ya que él es el que encarna la energía del Sol y sus significaciones). En la tercera parte, se nos revelan los significados de los siete planetas tradicionales en el Ascendente (contiene representaciones alegóricas de los mismos), el ángulo del este, el más poderoso. En último lugar, Bonatti instruye al estudiante de astrología en las significaciones de los siete planetas en cada uno de los doce signos del zodíaco. De reuolutionibus annorum mundi es un tratado complejo, probablemente el más difícil junto con el De electionibus, ya que en él se multiplica la casuística de las situaciones particulares. Se enuncian unas normas generales -ciertamente complejas- que más tarde se aplicarán en la infinitud de casos concretos posibles. El volumen de información vertida es vasto, y la extensión de la obra realmente abrumadora ante los ojos del atento investigador.

Comienza el tratado Bonatti explicando los dos tipos posibles de revoluciones:

1) La del ingreso anual del Sol en el primer minuto de Aries (equinoccio de Primavera).

2) La revolución anual del Sol en la carta del nativo, cuando la luminaria retorna al punto exacto en el que se hallaba en el momento del nacimiento (grado, minuto y segundo): «Reuolutio enim anni mundi est ab introitu solis in primum minutum arietis [….] Reuolutio autem anni natiuitatis siue aliorum principiorum vel alterius inceptionis est a minuto in quo erat sol in natiuitate alicuius nati».

El primer capítulo está dedicado a dar las pautas necesarias para reconocer al Señor del Año. Bonatti nos insta a observar al planeta que es Regente del Ascendente en el momento exacto del ingreso del Sol en el signo de Aries. Si dicho planeta se encuentra directo, libre de la combustión con el Sol, y ubicado en el Ascendente, será el Señor de la Revolución o del Año. Si no fuera así, y se hallara infortunado, se habrá de mirar al Señor de la exaltación. Si éste no fuera válido, se atenderá al Sol (si la carta es diurna) o a la Luna (si la carta es nocturna). En caso de que también fueran infortunados, se habrá de observar el estado del Señor del término. Y si no sirviera, se mirará al Señor de la Casa X, y si estuviera libre de la combustión y de la retrogradación, éste será el Señor del Año. En última instancia, si los anteriores significadores se hallaran débiles o maleficiados, se optará por el Señor de la VIIª, y después, por el Regente de la IVª, y después por el de la Casa XIª.

En el capítulo segundo, el maestro nos enseña a encontrar el planeta significador del rey: «Aspice dominum decime domus figure reuolutionis anni quem reuoluis utrum sit liber a combustione retrogradationem casu et aliis impedimentis supradictis: qui si sic fuerit et fuerit in cuspide 10 domus vel tribus gradibus ante aut quinquem post ipse erit significator regis absque dubio». Bonatti se apoya, como de costumbre, en la autoridad de los antiguos, en este caso de Albumasar: «Et dixit albumasar si commiserit sol dispositionem domino ascendentis et fuerit ei aliquod testimonium in medio celi erit dominus ascendentis significator regis». Asimismo, si alguno de los siete planetas se halla en buen estado en el Mediocielo, será el significador del rey (el astrólogo ejemplifica con el planeta Saturno y con Venus, cuyo ejemplo último toma de Albumasar).

En el capítulo tercero, Bonatti atiende a las significaciones de aquellos que, de una razón u otra, ayudan y auxilian al rey. En este sentido, para que el estudiante sepa de qué calidad son las milicias del rey, habrá de observar la Casa XIª y a su Señor: si se halla bien dispuesta, las mesnadas del rey serán buenas y le aprovecharán; en caso contrario, lo contrario. Si el sabio quiere conocer de qué calidad son o serán los obispos y clérigos seculares, habrá de atender a Jove (Júpiter) y a su Señor, a la Casa IXª y al Señor de ella: si se encuentra libre de impedimentos, anuncia fortuna y prosperidad. Si en cambio, quiere conocer el tipo de religiosos regulares, monjes y clérigos de negras vestiduras, habrá de fijarse en el planeta Saturno, y su estado afligido o benéfico. En el caso de que quiera conocer las mujeres que rodearán al rey, el astrólogo habrá de juzgar las significaciones del planeta Venus. Y en cuanto a la calidad del pueblo, y los navegantes, la Luna será el planeta elegido. En último lugar, si se busca saber la condición de los escribas, doctores, sabios o mercaderes, se mirará a Mercurio: «Esse quidem mercatorum et mercariorum et pictorum et scribarum et iudicum et sapientum et doctorum et maxime quadruuialium et puerorum et adolescentium et similium: accipies ex mercurio quem si inueneris liberum et bene dispositum anuncia eorum esse bonum».

A continuación (capítulo cuarto), Guido Bonatti nos informa sobre el significado del planeta regente del rey en las diferentes casas de la rueda: en la Casa I significa fortuna y gozo y tranquilidad de las personas; en la sexta, sin embargo, significa enfermedades del cuerpo y daño; en la séptima (casa de los enemigos conocidos) implica contrariedades («in séptima accident illis contrarietates et susurrationes et guerre»); en la Casa XII significa enemigos.

En el capítulo quinto, el maestro recuerda la división del mundo en climas según Messahala: el primer clima estará gobernado por Saturno, el segundo por Júpiter, el tercero por Marte, el cuarto por el Sol, el quinto por Venus, el sexto por Mercurio y el séptimo por la Luna (en el orden tradicional de planetas). En el capítulo sexto propone una división de la tierra en dos partes: por un lado estaría la cuarta oriental y meridional, y por el otro lado, la cuarta occidental y septentrional. El capítulo séptimo expone otro modo que consta de tres divisiones secundarias (superior, media e inferior), basada en los tres planetas superiores: «Et ille tres diuisiones adaptantur tribus planetas superioribus saturno sed et ioui atque marti».

El capítulo octavo expone la doctrina de las siete divisiones de la Tierra, e incluye un dibujo ilustrativo en el cual se observan, no sólo las consabidas divisiones, sino también la zona frígida, la zona tórrida y los puntos de equinoccio y solsticio. El primer clima está gobernado por Saturno, el segundo por Júpiter, el tercero por Marte, el cuarto por el Sol, el quinto por Venus, el sexto por Mercurio y el séptimo por la Luna. Acto seguido, Bonatti nos muestra otro tipo posible de división en doce partes, cada una gobernada por un signo del zodíaco (es ésta la doctrina por la cual ha optado la astrología moderna), de oriente a occidente. Aries será el regente del primer clima (con sus subregentes planetarios de términos: Júpiter, Venus, Mercurio, Marte, Saturno y Júpiter de nuevo); Tauro el del segundo (Venus, Mercurio, Júpiter, Saturno, Marte, Venus); Géminis el del tercer clima (Mercurio, Júpiter, Venus, Marte, Saturno, Mercurio); Cáncer el del cuarto (Marte, Júpiter, Mercurio, Venus, Saturno, Marte); Leo el del quinto (Saturno, Mercurio, Marte, Venus, Júpiter, Saturno); Virgo el del sexto (Mercurio, Venus, Júpiter, Saturno, Marte, Mercurio); Libra el del séptimo (Saturno, Venus, Mercurio, Júpiter, Marte, Saturno). La división sigue hasta Piscis, con sus términos respectivos.

En el capítulo noveno, Bonatti recomienda mirar al Sol en las natividades diurnas: si está de buen ser anuncia magnos eventos reales, bondad y tranquilidad. En las natividades nocturnas se atenderá a la Luna (capítulo décimo), la cual, si se hallara fuerte y significada, anunciaría bienes para los naturales de la región; si se hallara mal dispuesta o impedida, provocaría obstáculos, y la causa se verá atendiendo a la casa en la cual se halla la luminaria ( Ej. La Luna en la Casa V: por los hijos).

Acto seguido, se nos muestran los significados de los siete planetas en el Ascendente de la Revolución Anual (capítulo undécimo). Comienza Bonatti con Saturno (respetando el orden de las esferas) que significa detrimento en las regiones implicadas en la revolución, pestilencias, enfermedad, muerte y vientos nocivos, si Saturno se hallara en signo de aire. Si fuera el Señor del Ascendente, se mitigan sus malos significados. En el caso de Júpiter en el Ascendente, las implicaciones son muy positivas: «Si autem fuerit iupiter in ascendente hora reuolutionis significat uniuersalem bonitatem dispositionis illius anni seu reuolutionis et erit pax et securitas atque bona voluntas inter homines».

En cambio, Marte en el Ascendente traerá terremotos a las regiones en las cuales gobierne. El Sol, por su parte, «significat bonum esse diuitum et magnatum seu nobilium et eorum gaudium et augmentationem boni atque profectum aerum et si fuerit receptus significat ablatione mali». Venus fuerte en el Ascendente, benéfico menor y significador natural de la buena suerte, siempre traerá gozo, alegría y paz:

«Si vero fuerit venus in ascendente hora reuolutionis libera Fortunata et fortis significat geudium et alacritatem et tripudium et dimunutionem guerrarum et maxime iuuencularum et iuuenculorum virorum utentium culto venereo et bonam dispositionem arabum atque ipsorum domus vel exaltationis signi in quo ipsa fuerit. Et si fuerit impedita contrarium predictorum significat»

En el caso de Mercurio presente en el Ascendente, Bonatti afirma que otorga bondades y utilidad a aquellos que se hallan bajo su regencia: sabios y jueces, médicos, mercaderes, escritores y niños. La Luna, por su parte, libre y fortuna, provoca abundancia de aguas y crecidas de los ríos, inundaciones, e incremento del frío.

En los capítulos siguientes, el astrólogo de Forlí explica las significaciones de diversos casos concretos: Saturno y Marte impedidos en la Revolución (cap. 12), los planetas exaltados en sus grados (cap. 13), acerca de la popularidad del rey (cap. 14), de sus peregrinaciones (cap. 15), sobre el significador del rey si se encuentra combusto o bajo los rayos del Sol (cap. 16), de aquello que le sucederá al rey en la Revolución del año (cap. 17), de la conjunción de los maléficos (cap. 18). También contempla la conjunción del Sol y la Luna con los otros planetas (cap. 19), la relación del rey con sus súbditos (cap. 20), la calidad de aquellos que ayudan al rey (cap. 29), la retrogradación del significador del rey (cap. 31), el impedimento de la Luna y el Regente de Ascendente (cap. 33), etc…

El noveno tratado de Guido Bonatti, intitulado De natiuitatibus, aborda la que es probablemente la disciplina o rama más famosa de la astrología: la genetlíaca o el arte de levantar horóscopos e interpretarlos. Comienza así: «Cum fere tota intentio astrologie principaliter cuia duo videatur sed circa natiuitates et crca reuolutiones:

primordialiter tam circa natiuitates». Bonatti empieza las natividades dejando muy claras sus fuentes al lector, al estudiante de astrología: «Paruula scientia pandere poterit ad studentium utilitatem fideliter explicare: no istrorum quem predecessorum vestigia prosequi iuxta posse ptholomei sed albumasar hermetis ahomar alboali alchindi yergis dorothii et aliorum».

En segundo lugar, parece quedar dejar muy claro que no hay ninguna mala razón para que las natividades se coloquen en la última sección del compendio; a este respecto, menciona a ciertos «inuidus neque maledictus» que siempre pensarán mal. Asimismo, el astrólogo de Forlí nos aclara que las natividades no son una ciencia menor, ni mucho menos: «quoniam illi possunt sciri a minus scientibus: hic autem non sic».

Nuestro tratado se divide en tres partes: en la primera, Guido nos habla de los pormenores y prolegómenos de ciertos asuntos previos al análisis de las natividades. En la segunda parte, nos habla de la teoría y terminología propia de la genetlíaca. Y en último lugar, de las significaciones de los diferentes planetas en la carta natal: inclinaciones, rasgos físicos y anímicos asociados, etc…

En el primer capítulo, hallamos a Bonatti a vueltas con el eterno dilema: ¿qué es lo más importante: el momento del nacimiento o el de la concepción? Nuestro astrólogo parece decantarse por la opción de la concepción, momento único e irrepetible en el cual se originan todas las tendencias, pulsiones y características del ser humano que está por venir: «postquam anima fuerit infusa imediate usquem dum in utero steterit: quoniam exquo semen inicitur in matricem accidit ei locatio in ipsa variatio dilatatio incrementum membrorum compositio ipsorumque naturalis divisio». Según los grandes maestros, el momento de la inseminación es crucial, y resulta ser el principio del devenir del nativo, y el responsable del final de su vida. El maestro explica, uno a uno, toda una serie de conceptos que han de quedarle claro al estudiante de los cuerpos celestes, como es el tema de la hora exacta de la natividad: «Unde necesaria est hora natiuitatis ad omnia et singula que nato ventura sunt haberi». Otro concepto que ha de quedar cristalino, es el polémico asunto del libre albedrío. Nuestro autor deja muy clara su postura al respecto. Las estrellas provocan cambios en la disposición del nativo, despiertan inclinaciones, pero no arrebatan al hombre su libre arbitrio: «Unde dispositio stellarum mutat dispositionem nati et trahit eas ad suum esse nisi forte liberum arbitrium contra operentur».

En el capítulo cuarto, Bonatti se mete ya en materia, y explica la importancia de determinar con exactitud la posición del Ascendente («De interrogatione gradus ascendens ignoti»), para poder predecir los acontecimientos de la vida del nativo: «Est necesse tibi est de ipsius ascendentis gradu reddi certum ut omnem errorem vitare possis: et naturam etiam de omnibus suas accidentibus toto tempore vite sue certificare». Después de aclarar que el Ascendente es el signo que se encuentra en la línea oriental en el momento del nacimiento, Guido nos insta a tomar la hora correcta de la natividad («accipies enim hora exitis infantis de utero materno») con la ayuda del astrolabio, el horalogium. Acto seguido, se erigirán las doce cúspides de las casas de la carta astral, y se hallará el almuten, que es el planeta de principal importancia en la carta, debido a la fortaleza de su posición (cap. 4). Bonatti reproduce una sentencia muy interesante de Papiensis, según la cual el grado en el cual se hallaba la Luna en el momento de la concepción es el grado del Ascendente del nativo en la carta astral: «Papiensis vero dixit que gradus in quo erat luna hora casus seminis in matrice erit gradus ascendentis natiuitatis et econuerso».

Asimismo, en el capítulo sexto, el filósofo nos habla del tiempo de permanencia del niño en el útero materno según la posición de la Luna: si ésta se halla en la parte superior de su epiciclo, hacia oriente desde occidente, el tiempo será de más de 288 días. Si, en cambio, se halla en la parte inferior de su epiciclo, el tiempo aproximado serán 273 días. Por el contrario, si se halla en el Ascendente, serán 258 días. Antes de acabar la primera parte, Bonatti enuncia los cuatro tipos posibles de natividades:

1) Los niños que necen muertos o semimuertos.
2) Los que llegan a alimentarse, pero que no sobreviven.
3) Los que viven y se nutren, pero no pasan más allá de la infancia.
4) Los que se nutren y llegan a la juventud, y después de ésta, a la senectud.

En el capítulo primero de la segunda parte, Bonatti nos ilustra sobre los significadores a los cuales debemos atender: en primer lugar, al grado del Ascendente, después al Señor de la triplicidad del Ascendente, los ángulos y sus señores, las luminarias (Sol, Luna) y sus señores. Aboali añade Júpiter y Venus, entre otras cosas: «Et dixit aboali que aspicias dominos triplicitatis solis similitere et iouem atque venerem et planetas diurnos ac nocturnos seu que natiuitas fuerit diurna vel nocturna».

A continuación, Bonatti da la referencia de los casos insólitos que se producen cuando ciertos animales se crían o asocian con el hombre: esto sucede cuando en la carta natal los significadores se hallan cadentes y algún malo impide al Señor del Ascendente, a la Luna o al almuten. Añade el autor: «ut ait aomar sicuti sunt canes et similia». Aduce, además, un caso extraño del cual fue testigo su madre: «Et dixit mater mea que videbat mulier satis veridica que tempore suo quedam mulier peperit gattum».

En el capítulo primero, Guido nos da las claves para predecir los años de vida del nativo y qué tipo de vida será: el hileg significa el origen de la vida, pero será el alcocoden el que otorgará unos años determinados: «ylez enim dat vitam formaliter: alcocoden date am effectiue». Recomienda además que observemos en qué año el hileg se junta corporalmente con los maléficos. En el capítulo segundo, nos recuerda lo nocivo que puede resultar que el significador se encuentre en la Casa VIII: «ptholomeo visum est que ylez non querat in octaua eo que ascendens non habet in eo aliquod immanentum et est locus tenebrosus nec aspicit illud». Sin embargo, en la Casa IX, gozo del Sol, el significador se halla afortunado: el Sol en Casa IX da al nativo bondades y una vida duradera: «Quod si fuerit sol in natiuitate alicuius in nona et ipse alias bebe dispositus erit natus bone vite similiter et honeste ac bone durabilitatis». Añade una sentencia de Doroteo de Sidón, que recomendaba evitar la Casa VII y VIII y los signos masculinos: «Dorothio vero visum est que non sit querenda ylez ab octaua nec a septima nisi sit in signis masculinis». Pero aduce Bonatti: «Sed ptholomeus non fecit mentionem de sexu signorum». Se han de evitar los impedimentos de la Luna, que perjudican notablemente la vida del nativo.

En el epígrafe «De scientia alcocoden», Bonatti da los cuatro significadores candidatos a obtener esa denominación: el señor de la casa en la cual se halla el hileg, el señor de la exaltación, el señor del término, o el señor de la triplicidad. El que se halle más fuerte, será el alcocoden. El almuten, que es el significador más fuerte, nos da el número de años: si se encuentra en su haíz (en su propia polaridad), en dignidad (domicilio, exaltación, triplicidad, término o facie), y en los ángulos del Ascendente o la Casa IX, el planeta nos dará sus años mayores. Según Ptolomeo, si el planeta es oriental y se halla en casa sucedente, nos dará sus años medios. Y si el planeta es cadente, sus años menores.

Asimismo, si al almuten se le junta un planeta que es fortuna, añadirá años de vida al nativo, concretamente los años menores. En cambio, si se junta a un maléfico, éste restará años al querente: sus años menores, si el malo estuviera muy infortunado, o tan sólo la tercera parte de sus años menores, si el maléfico tuviera dignidad. Marte es especialmente maléfico en este sentido. La Cabeza y la Cola de Dragón siempre restan vitalidad, si se hallan a una distancia no mayor de 12 grados. Bonatti da la fórmula, por otra parte, para saber el momento de los accidentes e infortunas del nativo en el plano físico: se habrá de mover el alcocoden hasta que haga aspecto con las infortunas por cuadratura, oposición o conjunción corporal, y contar la distancia en grados que hay entre ellos. Y sobre las estrellas fijas, dice Guido: «Exercebis etiam stellas fixas que fuerint de natura illius mali impedientes in suis latitudinibus sicuti exerces malum impedientem».

En el capítulo tercero, el astrólogo de Forlí habla de los planetas dadores de años y de aquellos que los arrebatan: los maléficos Marte y Saturno, junto a la Cola de Dragón, siempre restan. En cuanto a Mercurio, debido a su naturaleza dual, dependerá de en qué condiciones se encuentre: «Mercurio vero cum fuerit corporaliter iunctus alicui malorum ven in quarto aspecto vel in aspecto alicuius fortune: fueritque in gradu qui erat ascendens hora natiuitatis: vel fuerit iunctus ipse in eius oppositione interficit: cum fortunis vero non».

El número de las fortunas e infortunas es enunciado por nuestro autor en el capítulo quinto. Según los antiguos, los malos son cuatro, y según Bonatti, son siete: dos de manera natural (Saturno y Marte), dos accidentalmente (Sol y Mercurio), uno por infortunio (Luna), dos por situación (Cabeza y Cola de Dragón): «Antiqui sapientes dixerunt malos esse quatuor: mihi autem videtur que possent dici septem: quia licet dixissent eso quatuor non tamen vident exclusisse alios». Bonatti nos resume muy cabalmente las situaciones de infortunio de los siete planetas:

«Sol sed cum fuerit iunctus cum marte corporaliter vel in eius oppositione vel in eius quarto aspecto siue receptione perfecta. Et mercurius cum fuerit combustus vel in eorum aspectibus predictis cum receptione sine receptione. Et luna eum fuerit infortunata [….] Caput vero darconis cum fuerit cum malis: et similiter cauda cum fuerit cum bonis»

En cuanto a las fortunas, Bonatti cuenta ocho finalmente: cuatro naturalmente (Júpiter, Sol, Venus y Luna), dos accidentalmente (Mercurio, y la unión de Marte y Saturno, sorprendentemente), y otras dos en casos concretos (Cabeza de Dragón + Fortuna, Cola de Dragón + Infortuna).

En la parte tercera del tratado, Guido nos alecciona en las significaciones de los planetas y su influencia en la forma y figura del cuerpo del nativo: «De forma et figura corporis nati: similiter et de ipsius accidentibus uniuersaliter atque particulariter ac de anime qualitatibus et de adiacentibus ad ea». Se nos dan las claves para poder interpretar, en este aspecto concreto, la carta natal del sujeto: habrá de observarse la calidad del Ascendente, su regente o señor y el planeta que fuera almuten: «Considerabis itaque cum hoc scire voueris in natiuitate alicuius ascendens ac eius dominum et videbis quis planetarum fuerit almutem in eo et seu formam atque figuran quam ipse attribuit».

A continuación, el maestro plasma las implicaciones y significaciones de los siete planetas tradicionales, en el orden tradicional. Comienza con Saturno: «Et dixit dorothius significat valde pilosum hominem corpore iunctis superciliis». Acto seguido, nos habla de los significados cuando Saturno aspecto a Júpiter, a Marte, al Sol, a Venus, a Mercurio y a la Luna. En el capítulo sexto, hace lo propio con Júpiter: «Significat que natus erit albi coloris: conuenientis et moderate stature atque magnitudinis mediocris: habens capillos albos conuenientes atque decentes: oculi eius erunt mediocres nec multum magnio nec multum parui: in cuis complexione caliditas et humiditas preualebunt». Después, Bonatti nos ofrece las implicaciones de Júpiter y Marte juntos, luego con el Sol, Venus, Mercurio, la Luna y Saturno.

En el capítulo séptimo, nuestro autor aborda los significados del planeta Marte en la carta astral del nativo, en el octavo los del Sol. En cuanto a la benéfica Venus, sus significaciones están reservadas para el capítulo noveno:

«Cumque venus fuerit significatrix natiuitatis sola et ipsa orientalis in mundo et a sole significat hominem habentem colorem ut ptholomeus ait pulchrum et decentem magis que sit color quem attribuit iupiter: erit que facies ipsius mollis et copta magis assimlans faciei muliebri que virili: statura habebit pulcram atque decentem: oculos subnigros similiter decentes […] Et dixit dorothius que significat hominem habentem pulcram faciem: multos capillos et pulcros: crassum album ruborem confectum: in cuius complexione temperata vinat humiditas»

A continuación, el maestro nos expone los significados de Venus en conjunción con Mercurio, Luna, Saturno, Júpiter, Marte y Sol. Las significaciones de Venus con el planeta Mercurio son las que siguen:

«Quod si mercurius fuerit particeps cum venere et ipse bene dispositus significat hominem pulcrum atque decentem: pulcrum habentem colorem: habentem frontem aliquid eleuata: faciem longam: nasum que similiter et aliquem subtilem pulcros oculos non ex toto nigros: longosque dígitos. Et dixit sacerdos gracile habentem corpus: staturam mediocrem: pulcram barbam sed raram nec tam paruam: labia gerentem aliquando subtilia»

Después de la enunciación de las cualidades físicas de Mercurio, Bonatti entra en materia y da las cualidades anímicas de los planetas, y lo hace atendiendo al orden lógico de las casas zodiacales, desde la primera hasta la última. En cada casa, desvela el simbolismo de las conjunciones de determinados planetas. Por ejemplo, en la Casa I, Venus conjunta a Júpiter hace al individuo bueno, carente de malicia, amante de los juegos, el canto y la buena comida:

«Si autem venus cum ioue iuncta fuerit et ipsa boni esse ac bene disposita orientalis sed in mundo et a sole necnon et in angulis ab impedimentis libera faciet animam nati nitidam simplicem absque malicia: magisteria rerumque investigationem amantem: ludos cantus tripudia comestiones potationes appetentem: eritque bone capacitatis boneque opiniones atque boni consilii pias: deum amante ac illi seruentem: ipsiusque amore laboriosam esse humilem sensatam gratificam: lectioni librorum libenter vacantem ac rerum cognitioni: circa venereos actus temperatas et seu eius legem intentem: suorumquem consanguineorum amatricem: honorem bonamque formam desiderantem iustam atque probam»

Finalmente, Bonatti revela el significado profundo de los siete planetas, uno a uno, en cada una de las doce casas zodiacales.

En el último y décimo tratado, dedicado a la astrología meteorológica e intitulado «De ymbribus et de aeris mutationibus et que circum circa illa versantur», Guido Bonatti hace gala de su extraordinaria experiencia en la materia. Si bien el tratado de la teoría astrológica relativa a elecciones y revoluciones es harto complicada, más compleja si cabe puede ser esta rama, ya que es cierto que por un pequeño error o la omisión de un factor en apariencia nimio, puede venirse abajo un juicio astrológico bien razonado.

En primer lugar, Bonatti concreta o delimita el campo de estudio a tratar («Et licet actus ymbrium et aliorum que ex aeris mutationibus concidunt valde sit particularis atque ceteris aliis particularibus particularior») y promete ser breve en sus lecciones sobre la materia («Sub breuiloquio igitur cum quo citius potest ad excogitatorum proposita perueniri: nec magnum accesum ad principium huius: nec te multiloquio grauem facere intendo»), hecho que logra, ya que este último tratado consta tan sólo de 9 folios, es el más breve del compendio del italiano. Que el lector no se confunda por lo sucinto del opúsculo: es quizás el de más difícil lectura, debido al enorme volumen de información que atesora en tan sólo unas breves páginas.

Comienza Bonatus con la enunciación de unas leyes generales y con el análisis de una serie de factores clave para la interpretación (conjunción soli-lunar, mansión en la cual se encuentra la Luna, aspectos con maléficos o benéficos, etc…), para ceñirse después a la hermenéutica de los casos particulares. Uno de los primeros factores a tener en cuenta y el más importante es el grado y momento exacto de la conjunción entre el Sol y la Luna, así como el de la oposición entre ambas luminarias. Después, se habrán de observar los planetas implicados, las mansiones de la Luna, el aumento y disminución del curso y la luz de las luminarias, su orto y ocaso:

«In his que spectant ab hoc opus omnes planete et lune mansiones licet quedam alia ita primitus considerentur ut oportet. Et ut iam dictum est lunam pre aliis oportet considerare: et eius consideretur cim sole coniunctio atque ipsorum oppositio: nec non et eorum quadrature: atque tunc ad eorum aliorum aspectos ipsorumque coniunctio corporalis etiam et ipsius luminaris luminis augmentum et diminutio: suique cursus velocitas atque tarditas: et suis ortus ascensus et descensus similiter et occasus: nec non ea que ad generationem ex suis motibus et ad corruptionem facere videntur considera: quam in temporibus predictis effectus mutationum aeris eorumque concidentie magis apprehendunt prout in sequentibus dante deo latius ostendentur»

Asimismo, es de suma importancia observar el estado de la Luna (mansión en la cual se halla, aspectos con dichos planetas, fortaleza o debilidad de la misma, situación con respecto al Sol), ya que la luminaria de la noche tiene regencia natural sobre los animales, las cosechas (y las mareas, añado): es la Señora del Ánima de todo ser vivo. Los principios generales que el astrólogo debe tomar em consideración para formar un juicio correcto serían los siguientes, según se desprende del texto de Bonatti:

1) Considerar el estado de la Luna (mansión, aspectos).

2) Los benéficos (la aspectación de la Luna con ellos), traen siempre temperaturas templadas, agradables.

3) Los maléficos (su aspectación) provocan el mal tiempo, las lluvias, el frío extremo y los desastres naturales.

4) Es vital la consideración de las mansiones: si la Luna se halla en mansión seca propende a la ausencia de lluvias; si en mansión húmeda: tiende a las precipitaciones de manera natural.

5) La conjunción Luna-Venus (o el aspecto entre ambas) siempre implica lluvias y humedades, sobre todo si se hallan en signos de agua y mansiones húmedas.

6) Se ha de tener en cuenta siempre el momento exacto de la luna nueva (conjunción) y el de la luna llena (oposición).

7) Se ha de observar el aumento y disminución de curso y luz de las luminarias (Sol y Luna).

8) Se ha de levantar un horóscopo del momento exacto de la conjunción entre la Luna y el Sol.

Nuestro tratado carece de capítulos, consta de epígrafes no numerados que abordan todas las cuestiones relativas a esta difícil disciplina. En el primer epígrafe, «De cognitione fortunarum et infortunarum», Bonatti, como ya dije, alerta sobre la influencia de los benéficos (Venus y Júpiter), que traen siempre climas templados, y la de los maléficos (Marte y Saturno), responsables de las lluvias y el mal tiempo. Sol, Luna y Mercurio son astros templados, aunque poseen una naturaleza cambiante (el Sol puede ser fortuna o infortuna, la Luna y Mercurio absorben influencias de otros planetas con los cuales aspectan).

En el siguiente epígrafe, Bonatti intenta dilucidar cuándo los significadores indican lluvias y cuándo no. El astrólogo expone claramente la necesidad de considerar los aspectos del Sol y de la Luna con los planetas superiores, Cuando Júpiter y Venus, o ambos, se unen a las luminarias, prohíben las lluvias (son planetas templados que conllevan buen tiempo): «Si iupiter aut etiam venus corporaliter eis iungatur… pluuias indubitanter futuras denegabit». Si en cambio, el aspecto de Júpiter es de cuadratura, con el aspecto de un maléfico por medio, esta configuración anuncia lluvias leves. Y si el Sol o la Luna se juntan a alguna infortuna, significa lluvias.

En este sentido, Bonatti nos enseña que las fortunas o benéficos tienen el poder de depurar el ambiente de vapores densos, así como de resistir la malicia inherente a los planetas maléficos. Sin embargo, los maléficos, por fortuna para nosotros, son incapaces de neutralizar la bondad de las fortunas: «Propium enim fortunarum est naturaliter subtiliare aerem ac ipsum a grossis vaporibus depurare: et similiter infortunarum maliciis resistere: et econtra infortuna fortunarum bonitatibus resistere nituntur». Termina Bonatti recordándonos como Venus es una estrella afortunada, de naturaleza húmeda; si se mezcla con alguna infortuna, permite que llueva, aunque siempre alivia el mal tiempo. En «De pronosticatione pluuiarum», el estudioso nos insta a considerar las siete regiones o climas a la hora de llevar a cabo un juicio meteorológico.

Acto seguido, Guido nos comunica el nombre de las 28 mansiones lunares. Unas se consideran húmedas, otras secas, unas afortunadas, otras infortunadas. Son las que siguen: Albarain, Altamazer, Aldebarán, Albachia, Alvata, Alziraa, Albiathia, Altarsin, Algetua, Alaracén, Alzarfa, Alafraze, Alzamee, Achafre, Alzebene, Aliachil, Alchabin, Astiala, Abuaarca, Albelaca, Azea, Bolah, Zacazad, Alasboa, Alhumadez, Almaiche, Alahut, y, en último lugar, Anate. Cada una de estas mansiones contiene 13 grados y 20 minutos. Seis de ellas son felices, dos son infortunadas, nueve son húmedas, siete son afortunadas, otras dos infortunadas, trece templadas y comunes, seis más infortunadas que afortunadas, y dos más afortunadas que infortunadas.

Siguendo el orden lógico, el astrólogo de Forlí aborda el simbolismo de las conjunciones de planetas en las mansiones secas o húmedas, y su consiguiente interpretación. Se extraen las siguientes conclusiones, atendiendo a lo expuesto anteriormente:

1) Si la conjunción de las luminarias se produce en una mansión húmeda y en un signo húmedo, sin aspecto de fortunas, se esperarán lluvias abundantes futuras.

2) Si la conjunción del Sol y de la Luna fuera como hemos dicho, y además el planeta al cual se ayunta la Luna estuviera en mansión seca y signo húmedo, y fuera infortuna: las lluvias serán moderadas; y si fuera fortuna: aplacará aún más las lluvias.

3) Si los sobredichos aspectos se produjeran en mansión y signo seco, las lluvias se reducen.

4) Si los sobredichos aspectos se produjeran en mansión y signo seco, con aspecto de fortuna o infortuna, las lluvias cesarán, salvo que la Luna se ajunte a un planeta poderoso de significaciones contrarias.

5) Se ha de considerar que Venus siempre aplaca las lluvias, y tempera la sequedad (debido a su naturaleza moderada y armoniosa).

Asimismo, Guido repite en varias ocasiones la importancia de considerar el grado de la conjunción y oposición de las luminarias a la hora de hacer un juicio sobre los cambios de aire y las lluvias venideras. En el folio 406 vuelto, se nos muestra la tabla de las mansiones de la Luna: vemos cómo unas son secas, otras húmedas y otras templadas en cada uno de los doce signos del zodíaco. En «De pluviis et aeris mutationibus», el erudito sigue adelante con la exposición meticulosa de la casuística astrológica:

-Si la Luna en mansión húmeda hace conjunción con Saturno, provocará lluvias templadas y convenientes, y formará en el aire nubes oscuras.

-Si Saturno se hallara impedido o mal dispuesto, provocará lluvias, vientos y nubes oscuras.

-Si Venus y Mercurio dan testimonio en la anterior situación, y sobre todo si se hallan en ángulo, provocarán la destrucción de casas, árboles y desastres diversos.

En cuanto a la predicción exacta de tales acontecimientos, Guido Bonatti nos desvela los tiempos en el siguiente epígrafe: si la conjunción del Sol y la Luna, y los aspectos con otros planetas, se producen en signo fijo, la prognosis se cumplirá en unos días; si se da en signos móviles, en unas horas. Bonatti nos ilustra con el dominio de todos los casos concretos posibles:

-Si Saturno se halla en mansión seca, así también la Luna, prohíben las lluvias, aunque sí que formarán nubes en el aire.

-Si la Luna se aplica a Júpiter en mansión húmeda, y Venus y Mercurio dan su testimonio, se esperarán lluvias, nubes y rocío.

-Júpiter en aspecto a Saturno no es una posición excesivamente venturosa.

-Si la Luna, después de hacer aspecto con el Sol, en las mansiones sobredichas, se aplica a Marte, y a ambos les aspecta Venus y Mercurio en ángulo: significa truenos y relámpagos.

-La unión de Marte, Saturno y Júpiter siempre indica lluvias futuras.

-Si la Luna aplica a Marte y a Saturno a la vez, estando ella en mansión húmeda, provoca lluvias inmoderadas. Estando Marte y Saturno en mansión seca, las precipitaciones se mitigan.

-Cuando la Luna se une al Sol corporalmente en conjunción sin otros aspectos con otros planetas, prohíben las lluvias. Pero si se hallan en mansión húmeda y aspectan a Saturno y Marte, anuncian lluvias.

-Si la Luna, después de la conjunción con el Sol, se junta a Venus en signo acuático o aéreo y en mansión húmeda, las lluvias se multiplican; todavía más si Marte y Saturno aspectan; la unión con Mercurio aumenta las precipitaciones; con Júpiter prohíbe las lluvias. Sin embargo, si Venus se halla en conjunción con alguno de los tres planetas superiores en aspecto con los nodos, impide las lluvias.

Cuando la Luna se aplica a Mercurio después de la conjunción con el Sol, en mansión húmeda: este aspecto provocará dilación en el tiempo del advenimiento de las lluvias.

-Según Tulcinius, si Mercurio en signo acuático y mansión húmeda aspecta a Venus en su nodo (en conjunción con el nodo), dispara las lluvias locales.

En «De applicatione lune cum fortunis vel infortuniis», Bonatti nos da una regla general: si la Luna después de la unión con el Sol se aplica a fortunas, prohíbe las lluvias, si se junta a maléficos, se esperarán precipitaciones. A continuación, recomienda seguir una regla de Ptolomeo y levantar un horóscopo del momento de la luna nueva (se observarán signos y figuras). Recuerda también cómo Haly hablaba del método antiguo de Ptolomeo, según el cual se habrá de dividir el mes lunar en cuatro partes o dicotomitates.

En el siguiente epígrafe, Guido trata la conjunción de la Luna y el Sol con las estrellas fijas. Según Ptolomeo, si éstas declinan hacia un negro verdoso, traerán vientos invernales y nieves. Sin embargo, si se muestran con una luminosidad mayor, traerán vientos y buena fortuna al lugar en el que se muestren. Si su aspecto es nebuloso, significa lluvias abundantes. En el «De comatis et stellis caudatis», Bonatus nos cuenta cómo los cometas anuncian vientos y sequedad del aire (sobre todo si son nebulosos). En cuanto a las lluvias de estrellas («De iaculatione stellarum»), afirma Guido que, si se producen en tiempo sereno, anuncian vientos y buena fortuna, tanto más si la lluvia de estrellas es abundante. Y con respecto al arco iris, si se muestra en tiempo sereno, traerá mucha sequedad. Aclara el estudioso que, en este caso, no siempre se puede ser exacto, porque en ocasiones trae vientos fríos y lluvias («De yride quando apparuerit»).

En los siguientes apartados, Bonatti repite algunos casos ya enunciados e introduce matices a lo expuesto anteriormente. Afirma, por ejemplo, que la conjunción entre la Luna y Saturno anuncia lluvias suaves y moderadas si no intervienen Marte y Mercurio.

En el penúltimo epígrafe, «De signis et locis significantibus minores pluuias, quicumque loca signa predicta», el astrólogo de Forlí expone cómo determinados lugares de ciertos signos se asocian a la disminución de las lluvias: se trata del último término de Aries, y de los signos de Géminis, Virgo y Libra.

En el penúltimo epígrafe, «De coniunctione lune cum planetis ac de coniunctione aliorum planetarum singulariter ad inuicem», Guido Bonatti completa y amplía la información ya ofrecida en el tratado con sentencias de los astrólogos antiguos e ilustres:

«Et dixit albulmasar antiquorum porro astrologorum peritissimus loca aspiciens: nomina autem attendere curauerunt quarum est discretio: quotiens luna a venere rediens pluuiarum significatio profectio a venere rediens pluuiarum significatio profectio reducit. [….] Et dixit harum itaquicumque stellarum oppositio de climate tercio ad quartum ad partem australem deprehensa propiis manat pluuiis: et ex eadem parte cuncta significatio pluuiarum ocurret. Et dixit gafar iterum porro quidem ea que dicta sunt de oppositione in signis que aquas significant facta applicatione in gradibus sed eorundem et conuentum itaquicumque aut respecta forte indeprehenso et luna in domo propia Saturno applicans ymbres multiplices inducit»

A continuación, se hallan el Explicit y el Colofón. Termina la obra con el escudo del impresor: un estandarte que representa a un joven con dos serpientes en su mano (símbolo de Mercurio), un yelmo, motivos florales, una vasija, una estrella de seis puntas y el lema «Erhardi ratdolt foelicia conspice signa. Testata artificis qua valet ipse manum».

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