Astrología Esotérica

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Astrología Esotérica

Alan Leo

Capítulo VII

El Zodíaco Considerado Esotéricamente

El descenso y la re-ascensión del Alma no puede separarse de los signos zodiacales y parece ser mas conforme con la realidad el creer en una misteriosa simpatía entre el alma metafísica y las brillantes constelaciones y en la influencia de las estrellas sobre el alma que en la absurda idea de que los creadores del Cielo y de la Tierra colocaron en el Cielo los tipos de las doce tribus judías.

 Doctrina Secreta

En Astrología Esotérica, el Zodiaco es la línea que delimita la esfera de influencia de la Tierra y la galena de pinturas de lo que se conoce como luz astral, la sutil forma de existencia que se encuentra en la base de nuestro universo material. En esta luz astral está representada pictóricamente toda la historia del mundo, desde el comienzo hasta el fin de su ciclo, y el Zodíaco es la síntesis de la sustancia del mundo en la que se conserva como memoria eterna el registro de todos los acontecimientos pasados, presentes y futuros. Es el libro de la vida que se lee en el Día del Juicio. El Zodíaco Esotérico es, pues, una placa sensible que forma un eslabón entre los lados subjetivo y objetivo de la Naturaleza, enlazando el Cielo y la Tierra, o espíritu y materia.

Aunque el Zodíaco es el abecé del astrólogo, del que él obtiene las palabras de poder para interpretar su simbolismo astrológico, es un circulo de misterio más profundo que los planetas. La importancia vital del Zodiaco hace tiempo que ha sido establecida y su naturaleza ha sido revelada hasta el punto de que ya no cabe la menor duda en cuanto a la influencia que ejerce sobre la vida y el destino humanos. Se dice, sin embargo, que la llave para abrir los misterios del Zodiaco debe dar la vuelta siete veces, y la verdad de esta afirmación es evidente cuando sabemos que cada signo es una ideografía, un número, un color, una nota, etcétera, y combinando el conjunto representa un órgano perfecto de la Naturaleza.

Matemáticamente, el Zodíaco es uno en la plenitud de su círculo, pero en su naturaleza inherente es divisible. Es la matriz del universo en la que está colocado el germen de la sustancia eterna y de la que nacen todas las formas y figuras, conteniendo cada carácter dentro de ella una cualidad esencial del signo de su nacimiento.

De la misma manera que los rayos del Sol iluminan y vitalizan cada grado del Zodíaco, así lo hacen también los rayos de la Mónada; al pasar a la matriz del universo terrestre, dan a cada Ego su tono y colorido propios y peculiares, y aunque esos rayos son eternamente puros e inmaculados, llegan a adherirse a formas o vehículos de expresión, que absorbiendo otros tonos y coloridos, producen confusión para el Ego, llevándole así a condiciones que explican la peculiar naturaleza de su destino.

Cada yo individualizado que entra en una existencia aparte es un rayo puro de la Divina Luz, encerrado en una película incolora de sustancia inmaculada. Es una semilla arrojada a los mundos fenoménicos, con objeto de que pueda crecer como si creciera hacia el Padre celestial. Sin embargo, antes de que pueda alcanzar estos mundos, esta semilla debe pasar a través de uno de esos rayos que se relacionan directamente con los Señores de los signos zodiacales, porque sin este eslabón de unión no es posible realizar una entrada inteligente en el universo terrestre. Estos rayos se conocen por el nombre de “Hijos de la Mente”, y cada uno de ellos tiene un sonido y un color peculiares que imparten a los individuos que están bajo su protección y guía. Son los vínculos eternos entre el espíritu y la materia, y a través de estos Hijos de la Mente ha derivado el hombre su principio pensante. Por consiguiente, la herencia espiritual del hombre deriva de estos siete Señores de la Luz que son los siete espíritus ante el trono de Dios, y le guían, mediante la influencia de los siete planetas, hacia el signo bajo el cual nace. En esencia, como “Fragmento Divino”, el espíritu del hombre desciende desde el plano del Logos con sus posibilidades inexpresadas. Mediante la acción de los Rayos Divinos, atrae alrededor del espíritu, en el plano mental superior, materia para poder expresarse, y así crea como vehículo suyo un cuerpo causal, que tiene dentro de sí la coloración primaria del Padre que está en los Cielos. Dentro de este cuerpo causal se desarrolla el Ego, la consciencia del hombre, que se conoce a sí mismo como “yo soy yo”, y desde este cuerpo causal se proyecta un rayo hacia el cuerpo físico en el nacimiento, conocido en el mundo físico como la Personalidad.

En el plano físico, consideramos al hombre como un ser compuesto de Espíritu, Alma y Cuerpo.

El Espíritu del hombre es un centro en la consciencia universal, una unidad de consciencia. El alma del hombre es espiritual, humana o animal, según el plano o cualidad de materia com que, de momento, se esté identificando su consciencia.

El cuerpo del hombre es el vehículo con el que él establece contacto directamente con el plano en el que está funcionando; así, para expresarse a sí mismo en el plano físico, requiere un cuerpo físico sólido, en el plano psíquico un cuerpo astral y en el plano espiritual un cuerpo mental refinado o puro.

Con estos cuerpos o vehículos de consciencia los que buscamos en los signos zodiacales, siendo el cuerpo físico el vehículo en el plano físico para expresar todo lo que puede manifestarse a través de él de los estados de consciencia más sutiles o más refinados, porque todo ser humano es en esencia divino. Se trata, pues, de un despliegue individual a través de una variedad de formas, en el que el temperamento y la cualidad de la materia desempeñan su parte más vital e importante.

La visibilidad del Zodiaco provee una selección de vehículos para todo tipo concebible de Ego, y aunque los principios fundamentales son los mismos para todos, cada individuo tiene un gran número de objetivos, dentro de ciertas limitaciones, para expresarse libremente en cuanto al método se refiere. Tiene mucha longitud dentro de cierta latitud, por decirlo así.

Estos principios fundamentales van unidos a los aspectos de consciencia de la Voluntad, Sabiduría y Actividad, y tienen sus líneas de menor resistencia para expresarse en los mundos de la forma a través de los signos fijos, mutables y cardinales, respectivamente, perteneciendo cada signo a estas cualidades que tienen una séptuple expresión, produciendo así innumerables sub-influencias. Estos signos de cualidad dan también a cada cuerpo su estabilidad, flexibilidad y capacidad de respuesta. Componen las tres cuadruplicidades principales del Zodíaco, de donde se han formado las cuatro triplicidades de elementos. Es a través de estos siete grupos distintos que cada signo simple del Zodíaco, como ideografía, color, sonido o número, adquiere su mayor complejidad. Esta complejidad empieza cuando el círculo del Zodíaco se divide en dos mitades de signos positivos y negativos, formando, por sus posiciones alternantes, los dos grandes dragones de la vida y de la forma indisolublemente entrelazados.

Cada signo, positivo o negativo, es una ideografía de enorme importancia para desentrañar los secretos de la Naturaleza cuando su jeroglífico se interpreta correctamente, y la Astro-logía Esotérica se interesa principalmente por estas interpretaciones internas. Las notas y colores se relacionan con las triples disposiciones de signos, primariamente en los signos Cardinales, Fijos y Mutables, produciendo violeta, índigo y azul, respectivamente, con verde como color central, y éstos, invertidos de nuevo, producen las triplicidades de Mutables, Fijos y Cardinales, amarillo, anaranjado y rojo (Diagrama VI). Las notas están en el mismo orden, pero como números son intercambiables según el significado ascendente en cualquier momento dado, no hay orden directo en que puedan colocarse. Presentamos la siguiente tabla de esta disposición para ulterior referencia:

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Diagrama VI

Esotéricamente podemos considerar que el hombre tiene una exacta correspondencia con el círculo del Zodíaco, teniendo cada parte de este círculo su punto más alto sucesivamente por tumo y pasando las triplicidades de signos de la luz a la sombra y del refinamiento a la densidad. El círculo, al dividirse en sus cuatro puntos cardinales, produce todos los extremos que han de obtenerse de las tres cualidades primarias, que constantemente prefiguran la posible cuarta, en esta mística cuadratura del círculo. Cada una de ellas asciende, culmina y desciende sucesivamente. Dividiendo estas cuatro triplicidades de fuego, tierra, aire y agua, encontramos que cada triplicidad y las tres cualidades son inseparables, produciendo una complejidad de expresión en la que la consciencia del hombre se ha perturbado y su origen divino ha quedado olvidado.

El conocimiento del origen divino de la consciencia se ha perdido para la mayoría de los habitantes de la Tierra a causa del materialismo de la época, correspondiendo con nuestro paso a través del arco inferior del círculo, y la Astrología, aunque sobrevivió a través de los períodos más oscuros, sufrió también el materialismo, hasta que los que la explicaban tuvieron que contentarse con una exposición exotérica u objetiva, que resulta tan lejos de la verdad relativa a la Astrología, como lejos se encuentra un lago del más alto pico de una montaña. La Astrología Esotérica tiene la esperanza de que, con una simplificación de su interpretación metafísica, pueda volver a descubrirse el divino origen del hombre a través de las formas más groseras de manifestación hasta llegar a las más refinadas, hasta que se comprenda no solo que hay una sola vida que impregna la maravillosa diversidad de la existencia, sino también cuan verdaderamente ha hecho la Astrología hincapié en la afirmación de que “En El nos movemos y vivimos y tenemos nuestro ser”.

Cada signo del Zodíaco tiene su expresión Ligera, Primaria y Oscura, lo cual equivale a decir que las tres cualidades están encerradas en cada signo separado. Esto ha sido reconocido en la partición que los hindúes hacen de un signo en muchas subdivisiones, demasiado pequeñas para que ahora pudiéramos examinarlas.

La Astrología como ciencia no reconoce el bien o el mal, simplemente trata de cualidades de materia y estados de consciencia. No podemos describir lo que son en esencia las tres cualidades, pero bastará decir que hay detrás de estas cualidades una sustancia divina en la que las tres se encuentran insertas como un todo homogéneo, y su confusión en una triple expresión produce todo cuanto puede hacerse manifiesto; “Lo que puede ser, debe ser”. Estas cualidades son: Estabilidad, cambio y armonía o ritmo, que la ciencia conoce como inercia o resistencia de la materia, movimiento y vibración, o puede expresarse como los tres modos de movimiento, de rotación, de traslación y de vibración.

Las cuatro divisiones de los elementos, cada división una triplicidad en la que siempre se combinan las tres cualidades, guardan correspondencia con ciertos estados o divisiones de la consciencia, a la que puede decirse que representan realmente, desde un punto de vista astrológico.

Los signos de aire son los que aparecen primero en estas divisiones. Se componen de los signos humanos más finos y más importantes; Acuario: el Hombre; Géminis: los Gemelos, y Libra: la Balanza.

Estos tres signos armonizan y sintetizan las otras tres triplicidades de signos. También representan las tres cualidades en su forma más sutil y son, por consiguiente, los signos elementales del Zodiaco, los menos complejos y, con todo, los más difíciles de interpretar, siendo signos evasivos e inexpresivos para los no desarrollados, y los más elásticos y expresivos para el hombre desarrollado o regenerado. Estos signos corresponden a lo que se conoce como autoconsciencia intelectual, el estado Manásico o Manas, de Man, pensar.

Así, es evidente que cuanto menos piensa un hombre independientemente y aparte de los demás, especialmente cuando se trata de pensamientos estereotipados y concretos, menos probable es que responda a estos signos, pero cuanto más piensa, origina y despliega el Genio de sí mismo, pensando en lo abstracto desde dentro, más probable es que encuentre su consciencia en este nivel. Esta triplicidad de aire corresponde entonces al ideal de abstracción y refinamiento, ya que engloba los signos del verdadero arte, Libra; de la música, Acuario, y de la literatura, Géminis. Son los signos de exaltadas latitudes que presentan la máxima longitud. También es a través de estos signos que se encuentran los peldaños que conducen a los planos superiores de la sabiduría y a la unificación de la Voluntad individual con la Voluntad suprema. Son signos del Zodíaco equilibradores, fundamentales y espirales, alrededor de los cuales giran todos los otros signos, entre los lados objetivo y subjetivo de la Naturaleza, los signos en los que se invierten las esferas zodiacales y las esferas planetárias superiores se abren a la iluminada visión del vidente. Son para todo el mundo los signos de la Memoria, la Razón Pura y la clara Percepción. En cada triplicidad representan las tres cualidades permanentes y sutiles de la materia que inundan la totalidad de la sustancia del mundo. Cada triplicidad tiene, en común con cada signo, una división ligera, primaria y oscura; siendo lo primario el punto crucial, indicado siempre por el signo Mutable que separa el signo fijo, representando lo oscuro, del signo Cardinal ligero. Esta división de los signos no debe mirarse desde el punto de vista del bien y del mal. El término “oscuro” quiere indicar potencialidad, concentración, fuerza oculta que está esperando la oportunidad de expresarse, y el término “ligero” aquello que es volátil, voluntario, de expresión espontánea y fácil o precipitado. Son los signos del pasado, presente y futuro en el eterno AHORA, representativos de Sanchita, Prarabdha y Vartamanam Karma.

Ahora será necesario un mapa o diagrama para estudiar las otras divisiones de las cuatro triplicidades (Diagrama VII).

triplicidades

Diagrama VII

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a. El Físico refleja lo Espiritual o Aspecto de la Voluntad de la Consciencia.

b. El Emocional refleja lo Sub-Espiritual, o Aspecto de Sabiduria de la Consciencia.

c. El Mental refleja la Mente Pura o Aspecto de Actividad de la Consciencia.

Se verá en este diagrama que la triplicidad de aire se ha separado completamente de las otras triplicidades debajo de ella por “El Puente”, que se explicará más adelante. Esto no quiere decir que no tengan relación con las otras triplicidades, al contrario, los signos de aire son los más unitivos y relativos de los signos, siendo las otras triplicidades, en gran medida, reflejos de ellos, como se verá por las letras A, B y C.

Las triplicidades de los signos de fuego, tierra y agua deben tomarse para todos los fines prácticos para representar al hombre corriente del mundo en su ser compuesto de espíritu, alma y cuerpo y para la manifestación en el plano físico serán suficientes para describir sus deseos, cogniciones y voliciones y todo lo que se expresa normalmente a través de su personalidad, sobre la cual es la Luna, exaltada en Tauro, el genio que la preside.

Los tres signos de la triplicidad de tierra son los signos físicos sintéticos que afectan al honor mediante la acción, Capricornio; las posesiones mediante el deseo, Tauro, y la actitud de servicio, así como la salud del cuerpo, Virgo. Lo etérico, la contraparte del cuerpo físico, está gobernado por Tauro, el signo de los órganos vocales y todas las facultades motrices. El vínculo con el cuerpo astral o psíquico está formado por Virgo, que rige el cerebelo y el sistema nervioso simpático. El esqueleto y la estructura ósea están gobernados por Capricornio, que se relaciona con la mentalidad y el sistema nervioso más fino, mediante la volición, dando motivos para la acción. Por consiguiente, el deseo, Tauro, la cognición, Virgo, y la volición, Capricornio, se expresan físicamente como acción mediante esta triplicidad. Es a través de Capricornio, absorción, que se individualiza la personalidad. Los cinco sentidos se resumen en esta triplicidad en el olfato, y el método físico de apertura de los sentidos interiores se realiza mediante la ceremonia y el ritual.

La triplicidad de agua sintetiza el lado sensible y emocional de la naturaleza del Hombre. Gobierna todos los instintos, sentimientos y emociones, desde las susceptibilidades personales más limitadas hasta la más alta y profunda expresión de devoción. Es la triplicidad que representa al alma en todos sus varios modos de expresión, desde lo animal hasta lo humano, incluso hasta el límite de lo espiritual. Tomado por separado, cada signo responde a una nota de sentimiento en la que el color se pronuncia de un modo especial. En Cáncer los sentimientos son cambiables y se expresan siempre activamente, y en este signo alternan el placer y el dolor en constante sucesión. El color de este signo es malva pálido o violeta y va haciéndose más bellamente pálido y delicado a medida que se van refinando los sentimientos. En el signo de Escorpio, el signo del afecto, los sentimientos son pronunciados en atracción y repulsión y el amor o el odio es activo, raramente son débiles, siendo más frecuentemente profundos en el afecto e implacables en el odio. El color de este signo es un rojo oscuro intenso, con toda clase de nubes de color cárdeno y rosado. La naturaleza de deseo de Escorpio es muy potente, siendo éste el signo del Zodiaco en el que el sentimiento se concentra en estados de ánimo permanentes. En Piscis las emociones son profundas y extensas, y aunque duales y románticas, son más impersonales y el elemento amoroso es más pronunciado y el odio raramente se encuentra en este signo, de ahí que encontremos amor hacia todas las criaturas torpes y desvalidas y una amplia simpatía expresada a través de Piscis.

Los individuos que constituyen, por decirlo así, los restos y desperdicios de este signo son aquellos que dejaron de elevar sus emociones más allá de un estado egocéntrico o superficial. La triplicidad de agua representa el factor más importante en nuestra actual vida cotidiana, porque como incentivos, estos signos son los propulsores o el vapor que mueve hacia la actividad.

En Cáncer, los sentimientos se refieren al yo, personal o individual; por consiguiente, hay egoísmo en los casos en que el interés es por el yo. En Escorpio, los sentimientos siempre se ven afectados por otras personas, particularmente los iguales de uno mismo, y en Piscis se dirigen hacia inferiores o superiores en forma de piedad o reverencia. Todo el placer, en estos signos, se debe a la expansión de los sentimientos y el dolor se debe a la contracción de los mismos. Los signos de tierra y de agua van unidos, teniendo ambos que ver con el lado de la forma de la vida y siendo los signos negativos o formativos del Zodíaco. Cuando son afectados desde fuera o movidos por condiciones externas, son personales, y cuando son movidos desde dentro, o subjetivamente, son individuales y mucho más altamente evolucionados. Cáncer nunca mantiene el sentimiento mucho tiempo. Escorpio lo lleva hacia el Infierno y Piscis hacia el Cielo. Los signos de agua son, pues, los signos más impresionables del Zodíaco. Son como el agua en todas sus condiciones, reflexivos, como el espejo de un lago, inquietos y cambiantes como la corriente de un río y siempre llenos de movimiento como el océano. Esta es la razón por la cual son tan poco confiables los fenómenos psíquicos, a menos que sean interpretados por un psíquico entrenado, que tenga desarrollada la razón pura para permitirle ver lo que hay debajo de la superficie de las cosas. Representando lo Kámico Astral, o región del deseo, tendiendo siempre hacia el sentimiento y el impulso, son los signos del Kama-Manas, y porque la mente va mezclada con el deseo en todas las cosas personales, estos signos deben purificarse y retinarse en el fuego del amor y del conocimiento antes de que la personalidad pueda esperar llegar a ser salva.

La triplicidad de fuego en su relación con el pensamiento, o manas, y las actividades mentales, es el primer motor del ser humano como ser pensante. Es la corona de la personalidad y por medio de ella la escoria del Kama-Manas es quemada por el fuego del conocimiento, ya que el conocimiento pone fin al dolor. La triplicidad de fuego guarda una relación peculiar con los otros signos a través de Aries, que inicia el círculo, y desde su posición vital dentro de ese círculo, afecta al todo considerablemente, siendo opuesta a la triplicidad de aire y ajustándose a los signos de agua y de tierra. Dentro del cuerpo humano, a través de esta triplicidad, un rayo de consciencia se refleja directamente desde los signos de aire complementarios, y su perfecta expresión depende de un buen cerebro: Aries; un corazón sano: Leo, y una organización nerviosa pura: Sagitario. Lo más que puede hacer el cerebro es recibir destellos intuitivos de los planos superiores del ser. Lo más alto que el corazón puede alcanzar es tener fe en el rayo divino que está centrado en él, y luego la personalidad, a través de Sagitario, puede, mediante una sabia introspección, enlazar el Manas Inferior con el Superior.

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En la manifestación ordinaria, la consciencia reflejada a través de Aries es una mente cambiable, reformadora y precursora, adelantándose a menudo a las aptitudes actuales del hombre. En Leo, la auto-confianza y estabilidad de la Voluntad permiten hablar a la voz de la mente. En Sagitario, la flexibilidad de la mente permite al hombre que se halla en meditación captar una inspiración de su yo superior.

Lo mejor de esta triplicidad expresa una razón desarrollada y el conocimiento autoconsciente de lo justo y lo injusto, o la discriminación entre lo real y lo irreal. Es en esta triplicidad que uno se da cuenta de la responsabilidad. Sin embargo, estos signos son los del gran peligro, en el que puede uno escoger la Magia Negra en lugar de la Blanca, porque estos solos son los signos de la elección. Pueden producir gigantes de desarrollo intelectual y, con todo, puede estar completamente dormido el Yo Superior, siendo arrastrada toda la consciencia del hombre hacia la personalidad y su conocimiento empleado exclusivamente para fines personales egoístas y no para el bien de los demás. En vista de la importancia de una comprensión correcta de lo que representan los signos de fuego, con respecto a la consciencia, no puedo por menos de citar, con ligeras modificaciones, las palabras de nuestro venerado Maestro:

El Ego Superior es, por decirlo así, un globo de pura luz divina, una unidad de un plano superior en el que no hay diferenciación. Descendiendo a un plano de diferenciación, emana un Rayo que sólo puede manifestar a través de la personalidad, que ya está diferenciada. Una porción de este Rayo, la Mente inferior, durante la vida puede llegar de tal modo a cristalizar y llegar a ser una sola cosa con el Deseo que permanezca asimilada a la Materia. La porción que retiene su pureza forma (el puente). Todo el hado de una encamación depende de si (Saturno) será capaz de reprimir o no el Kama-Manas (Naturaleza del deseo). Tras la muerte, la Luz Superior (purificada a través de Saturno), la cual contiene la impresión y el recuerdo de todas las aspiraciones buenas y nobles, se asimila al Ego Superior, lo malo se disocia en el espacio y luego vuelve como Karma malo aguardando a la personalidad. El sentimiento de responsabilidad es el comienzo de la Sabiduría, o prueba de que (Saturno) empieza a desvanecerse, el principio de la pérdida de la separación.

El intuitivo estudiante de Astrologia Esotérica comprenderá ahora que la cuádruple división del Zodíaco representa los varios cuerpos o vehículos de consciencia que se requiere cuando funciona en diferentes planos de manifestación.

El triángulo de tierra, que tiene su ápice en M.C., representa la envoltura física. El de agua, que tiene su ápice en la cuarta casa, corresponde al cuerpo astral o psíquico, el triángulo de fuego, con su ápice con el Ascendente, al cuerpo mental, y el de aire, con su ápice en la séptima, a los rayos Búdicos, intuicionales.

Estos cuerpos no están separados uno de otro, se inter-penetran entre sí, ya que los signos del Zodíaco configuran el círculo en esta forma triangular, pero en el sueño o en la muerte, cuando la consciencia se retira del plano físico, la triplicidad de tierra está latente e inactiva, y lo mismo ocurre a través del círculo de los signos. Cuando la consciencia astral se retira, la triplicidad de agua está latente, y hasta que la consciencia no vuelve a ser espiritual, el círculo entero ha pasado a la latencia. Pero éste es un tema para otro estudio, el que se refiere al Aura y al cuerpo Aurico.

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Capítulo VIII

 El Significado de los Aspectos

La Materia es el vehículo para la manifestación del Alma en este plano de existencia, y el Alma es el vehículo en un plano superior para la manifestación del espíritu, y estos tres son una trinidad sintetizada por la Vida, que todo lo llena.

 Doctrina Secreta

 Los aspectos entre los planetas desde los diversos signos y casas en el círculo zodiacal modifican sus influencias estableciendo una relación que cambia en grado notable la naturaleza de las vibraciones.

Los Planetas representan las influencias espirituales que afectan a la consciencia en sus vehículos. Los Signos del Zodíaco representan los sentidos y los vehículos a través de los cuales la consciencia está operando. Los Aspectos indican la relación entre espíritu y cuerpo, o la actitud del alma o del yo hacia su entorno, representan los estados de ánimo variables y cambiantes y puntos de vista del alma.

El Sol, la Luna y Mercurio son los factores principales por lo que hace a los aspectos, ya que actúan como traductores y comunicadores directos entre el espíritu, el alma y el cuerpo. El Sol, que representa la vida y las energías del cuerpo, indica la interacción entre un cuerpo sano y la mente, y rige el corazón, la voluntad y la actitud moral.

La Luna representa la parte inferior del cerebro, la espina dorsal y el sistema simpático, y por ello se relaciona estrechamente con los sentidos. Indica la alteración entre pensamiento y sentimiento, o la naturaleza psíquica con todos sus estados de ánimo rápidos y fluctuantes y cambios de consciencia.

Mercurio representa el sistema nervioso cerebro-espinal, especialmente las porciones más recientemente desarrolladas. Por consiguiente, este planeta responde más rápidamente a las condiciones y relaciones significadas por los aspectos de los planetas. Traduce todos los aspectos en términos de la mente, y su influencia es más o menos pronunciada según el signo y la posición que ocupa en el nacimiento.

El Sol traduce los aspectos de Marte y Venus más rápidamente que los de cualquier outro planeta y lo hace a base de fuerza y belleza. La Luna traduce los aspectos de Saturno y Júpiter más fácilmente que los otros planetas y los expresa en términos de expansión y contracción o el flujo y reflujo de la vida tanto psíquica como fisiológica.

Mercurio traduce los aspectos de Urano y Neptuno en términos del ocultista y de la visión mística de la vida.

Estos tres centros forman el ápice de tres tríadas que gobiernan la vida de los vehículos, las sensaciones y los sentimientos, y el pensamiento, tanto concreto como abstracto. Debido a la influencia modificadora de los aspectos de los planetas entre sí, desde diferentes signos y casas, surgen todas las complicaciones que hacen tan difícil seguir el desarrollo del lado espiritual de la naturaleza del hombre. Los aspectos representan la actitud cambiante frente a todos los fenómenos transitorios de la vida y la forma. El alma puede repetir una y otra vez las mismas experiencias, corriendo en derredor como una ardilla en una jaula o pasar de una a otra sucesivamente, como pasa una abeja de una a otra flor, recogiendo sabiduría y la experiencia necesarias para su evolución.

Cada aspecto tiene una cualidad especial, una importancia mayor o menor, con una correspondiente influencia del planeta al que puede decirse que pertenece el aspecto.

La Oposición (180º) es o bien un aspecto complementario, o bien un aspecto separativo y opuesto.

Indica el final o la terminación del hado, o Karma y es de la naturaleza de Urano y del Sol. Completa o pone fin a un sistema de vibraciones sin que necesariamente unifique. Esta posición acentúa los dos polos de los signos positivos y negativos en los que tiene lugar la Oposición. De Aries a Libra acentúa las cualidades de fuego y de aire y hace que se pronuncien o las características de fuego y cardinal o las de aire y cardinal. En la natividad del rey Jorge V, Urano está en Oposición a Júpiter desde los signos mutables, de aire y de fuego de Géminis y Sagitario. Esto indica reformas mentales y sociales en las que se verá afectada la mente del Rey. De Tauro a Escorpio, la Oposición acentuaría las influencias de tierra y de agua, y así sucesivamente a través del Zodiaco actuando de forma diferente según las cualidades fija, mutable o cardinal.

En la notable natividad del príncipe Rodolfo de Austria nacido a las 10:15 p.m., del 21 de agosto de 1858, en Viena, Marte y Venus estaban en Oposición en signos de aire y fuego, desde las casas 1ª a la 7ª. Esta fuerza oponente produjo la tragedia en la vida del Príncipe, porque la actitud de su mente, Mercurio en Oposición a Neptuno, era separativa y conflictiva. En este caso, las Cuadraturas mundanas de Saturno, Urano y Marte son también muy significativas.

(…)

El aspecto siguiente es el Trino (120º), que es de la naturaleza de Venus, armonioso y rítmico. Combina armoniosamente la influencia de los planetas en aspecto. Si está formado entre Saturno y Marte, los extremos y contrastes de estos planetas son modificados y obligados a actuar más conforme a la naturaleza de Venus que a la de Marte o Saturno. Armoniza los cuerpos, o vehículos, representados por los signos ocupados por los planetas.

A través de signos de agua influye en el cuerpo astral o emocional, y a través de signos de fuego, marca el cuerpo mental. En este respecto es un aspecto afortunado, porque establece armonía entre las influencias de fuera y la actitud de la mente, de dentro, de suerte que su naturaleza es sin fricción, antagonismo o aspereza, y es pacífica, indulgente y caritativa. Este aspecto mejora mucho una natividad que de otro modo es adversa. Cuando tiene lugar entre las luminarias, es más afortunado que cualesquiera aspectos favorables a los benéficos solos, especialmente si en el triángulo hay uno de los planetas benéficos.

El Cuadrado (90º) es el más crítico y conflictivo de los aspectos. Nunca deja de producir una actitud que es perturbada, llena de prejuicios o adversa a las condiciones o circunstancias concomitantes. También, como Saturno, es un aspecto separativo, que generalmente afecta al tono moral de la natividad. Se le conoce como el ángulo del dolor y la pena, produciendo remordimiento y un perturbado estado de la mente y de los sentimientos, con preocupación, ansiedad y desaliento. Las enfermedades producidas por el aspecto Cuadrado suelen ser lentas y largas, pero cuando son agudas nunca desaparecen tan de prisa como la Oposición. Toda condición o suceso producidos por este aspecto con críticos y dan uno u otro giro a la fortuna definitivamente con resultados más o menos permanentes.

(…)

Aunque el Cuadrado da un matiz saturnino, la naturaleza de cada planeta que participa de este aspecto suele ser más acentuada y la actitud del espíritu, de la mente y de los sentimientos es generalmente una actitud que tiende a producir una crisis.

El aspecto de Sextil (60º) es más combinador en su naturaleza que cualquier otro, en el sentido de que las influencias de los planetas que forman este aspecto se combinan mutuamente. Como aspecto vibratorio es más o menos incoloro y depende principalmente de los planetas y signos entre los cuales ocurre. Con frecuencia es más potente y favorable que el Trino y parece combinar dos influencias de una naturaleza más o menos igual, tales como fuego y aire, o tierra y agua. En este respecto, puede decirse que el Trino denota bondad negativa, mientras que el Sextil es positivamente bueno, o, dicho en otros términos, hay más actividad y cambio mostrados por el Sextil que por el Trino.

En el horóscopo del rey Jorge V, el Trino de Neptuno y Marte es pasivamente benéfico, por lo que respecta al aspecto, y a través de él puede ser influido para bien, mientras que Marte Sextil Luna es un aspecto activamente bueno en el que la actitud de su mente se expresará de un modo más enérgico. El Trino puede compararse con la recompensa del pasado, mientras que el Sextil contiene la potencialidad del futuro.

(…)

La Conjunción (0º) es más o menos expansiva, completadora y unifícadora. En algunos casos, tiende a neutralizar los efectos de los planetas que forman la Conjunción y con frecuencia produce una actitud de indiferencia o suspenso. La Conjunción de Júpiter con cualquier planeta nunca deja de extender su influencia y consumar aquello que denota en la natividad. Por otro lado, la Conjunción de Saturno nunca deja de contraer y limitar la influencia del outro planeta. Marte perturba la influencia del planeta con el cual se halla en conjunción, y Urano la hace definitivamente oponente o complementaria, Mercurio humaniza y Venus armoniza.

El Paralelo (Los planetas ocupan el mismo grado de declinación) debe juzgarse según el aspecto más próximo formado por los planetas en paralelo, aparte de eso, es parecido a una conjunción con planetas benéficos y en oposición a los denominados maléficos.

Los Aspectos Filosóficamente Considerados

Cuando el universo se clasifica bajo los encabezamientos de Yo, No-yo y la relación entre ellos, es fácil observar que los aspectos pertenecen al tercero de estos encabezamientos, porque representan fuerzas que fluyen a lo largo de líneas definidas entre los varios cuerpos, poniéndolos en relación unos con otros.

Al tratar de cualquier horóscopo, y desde el punto de vista del nativo o dueño del mismo, aparecen aspectos entre los dos departamentos del mundo interior, o el Yo, y el mundo exterior, o No-yo, y los ponen en contacto. Cada uno actúa sobre el otro y recibe la reacción del otro, y los aspectos indican los modos de acción y reacción, ya suaves y pacíficos o discordantes, y que provocan oposición.

Considerados de esta manera como meras relaciones, los buenos aspectos muestran que las actitudes del hombre y el mundo recíprocamente son armoniosas y agradables. De ello no se sigue necesariamente que el hombre sea extraordinariamente sabio o bueno o fuerte, éste puede ser o no ser el caso. El puede ser todo lo que implican estas palabras, pero, por outro lado, los aspectos benéficos pueden significar únicamente que su Karma bueno le ha rodeado de condiciones favorables en las que está seguro de prosperar y evitar seria tentación y fracaso.

Análogamente, los aspectos malos indican que las actitudes del hombre y del mundo recíprocamente son inarmoniosas y desagradables. Aquí de nuevo no se sigue necesariamente que el hombre sea débil o malo, puede o no puede serlo. Puede tratarse de un alma fuerte colocada en medio de un ambiente con el que no congenie, con el fin de que realice alguna clase especial de trabajo, alguna obra reformadora o precursora en la que la oposición sería inevitable, o bien, si el hombre es fuerte o débil, los aspectos maléficos pueden indicar la operación de un Karma desagradable.

Pero esto no agota el problema de los aspectos. Los planetas significan el carácter, es decir, estados de consciencia en el Yo, así como objetos y condiciones en el mundo exterior. Por ejemplo, en el mundo interior, o el Yo, Marte rige el valor, la energía, lo positivo, el deseo, etcétera, y en el mundo exterior, o el No-yo, significa soldados, guerra, armas, hierro, fuego y muchos otros objetos. Por consiguiente, debido a que el modo de operación de un planeta está condicionado por la manera como está aspectado, los aspectos pueden interpretarse en términos de carácter, por un lado, y de condiciones en el mundo exterior, por el otro lado. Estos dos modos de interpretación son de importancia secundaria y están subordinados a la significación primaria que acabamos de dar, a saber, que los aspectos son meras relaciones entre el Yo y el No-yo. No obstante, es bueno hacer mención de ellos.

Cuando los aspectos se toman como relación entre los diferentes estados de consciencia o departamentos del carácter en el hombre mismo, los aspectos buenos indican pensamientos, sentimientos y acciones que tienden a un desarrollo favorable y armonioso del carácter, mientras que los malos aspectos implican pensamientos, sentimientos y acciones que son inarmoniosos, contradictorios o que provocan discordia y oposición.

Cuando se toman como relaciones entre las partes del entorno, o del mundo exterior, los buenos aspectos indican ambiente apacible, que produce felicidad y prosperidad, mientras que los malos aspectos indican que algunas de las cosas o personas en el ambiente son contradictorias o discordantes con otras cosas o personas, un estado de asuntos que es probable que resulte en tristeza o desconsuelo para el dueño del horóscopo. Por ejemplo, es posible que los padres riñan entre si y que el nativo mantenga una actitud amistosa hacia cada uno de ellos.

¿Carácter o Ambiente?

En ningún horóscopo son todos buenos o malos, sin mezcla alguna, los aspectos entre los cuerpos celestes, y debido a esto, y también debido al considerable número y variedad de aspectos posibles, se suscita la cuestión de si podemos saber a lo largo de cuál de estas líneas debería interpretarse cualquier aspecto dado.

No es en modo alguno fácil dar una respuesta clara a esto, porque todos estos métodos de interpretación son a su manera vitales, y si se les utiliza con prudencia. Se sabe, sin embargo, que algunos de los cuerpos celestes tienen más derecho que otros a representar al dueño del horóscopo. El Sol, la Luna y el Ascendente (incluyendo bajo este término al regente o señor) son los tres más directamente relacionados con el Yo, y de éstos el ascendente y el planeta regente son los más inmediatamente importantes. Por consiguiente, prescindiendo de la otra cuestión de cuál es el verdadero regente del horóscopo, si es el planeta ascendente, o el planeta más fuerte y más prominente, o el señor del signo ascendente, podemos suponer ciertamente que, en tanto que todos los cuerpos celestes pueden producir efectos tanto dentro como fuera del hombre, hay uno que tiene el derecho predominante de representarle como el Yo, o el mundo interior, y que todo lo restante, aun poseyendo una correspondencia subjetiva en términos de carácter, pertenece preponderantemente al mundo exterior, y representa objetos y personas en el ambiente, que producirán su debido efecto en el hombre.

Sería interesante averiguar si los aspectos indican verdaderamente lo justo o lo injusto, el bien o el mal, pero la cuestión es demasiado complicada para poderla tratar aquí, y todo cuanto hace falta decir ahora es que su significado primario es probablemente tan sólo su armonía o inarmonía relativas.

La otra cuestión acerca de la fuerza o debilidad del alma, de su fase de evolución, rebasa también los fines de este capítulo. Los caracteres fuertes y débiles pueden igualmente tener ambos unos entornos propicios y agradables u hostiles y desagradables. Si el regente del horóscopo es débil u oscuro por el signo y la posición, pero está bien aspectado, ello podría indicar un carácter vulgar o débil, que se arrastraría por la vida en forma fácil y relativamente feliz, mientras que un regente fuerte y prominente, pero con aspectos malos en el horóscopo, podría denotar un carácter fuerte (aunque no necesariamente perfecto) en un ambiente hostil, con algún trabajo difícil que realizar.

Hay otro punto de vista desde el cual pueden considerarse los aspectos. Los que han estudiado, el tema de la cristalización sabrán que todas las sustancias que cristalizan lo hacen conforme a unos sistemas geométricos definidos, y que la misma sustancia cristaliza siempre de la misma manera si las condiciones permanecen inalteradas. La sal común forma cubos, el alumbre forma octoedros, mientras que el dodecaedro se encuentra en algunas preparaciones de cobre, plata y oro. El hecho de que diferentes sustancias químicas produzcan cristales de diferente forma, indica que la diferencia en la forma implica una diferencia en las propiedades internas o cualidades, es decir, que por cada variación de la vida, dentro, hay uma correspondiente variación en la forma, exteriormente.

Esta conclusión no está justificada solamente por la ciencia, sino que viene corraborada por la investigación clarividente, que ha revelado que diferentes elementos químicos tienen todos ellos átomos de diferentes formas y constitución. Todas estas formas cristalinas y de otra clase, ya simples, ya complejas, están construidas alrededor de unos ejes que se hallan dispuestos formando diversos ángulos entre sí. Pero los aspectos astrológicos también están formados por líneas inclinadas que forman diversos ángulos entre sí, y aquí tenemos una clara correspondencia entre forma, ejes, ángulos y propiedades interiores o caracteres.

Esto constituye un gran tema en sí mismo, y no podemos hacer más que indicarlo, casi cada aspecto astrológico o ángulo implica algún poder, cualidad o característica definidos, y ello justifica el intento que hacemos en este capítulo de ofrecer algunas indicaciones generales de lo que representan estas características para cada aspecto, considerado aparte de los planetas que forman el aspecto. Para estudiar el tema cabalmente, incluso desde el punto de vista exotérico, haría falta investigar las muchas formas posibles de cristales, sus ángulos y ejes, la variación de las propiedades químicas y médicas, con variación de la forma cristalina, etcétera, pero es evidente que esto excede completamente de nuestra capacidad, incluso si dispusiéramos ahora de suficiente información. Debemos dejarlo a las investigaciones científicas del futuro.

Alan Leo – Esoteric Astrology – 1913

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Astrología Esotérica

Alice A. Bailey

Por el Maestro Tibetano Djwhal Khul

Capítulo Segundo

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La Naturaleza de la Astrología Esotérica

Después de haber estudiado lo que antecede, será evidente que uno de los resultados que deberán surgir debido a la explicación de este nuevo acercamiento a la diagnosis astrológica (en lo que al individuo concierne) sería la confección de horóscopos más precisos de los seres humanos avanzados -discípulos e iniciados-, lo cual hasta ahora no ha sido posible hacer con exactitud. Únicamente podrá efectuarse esto si se experimenta e investiga correcta y sabiamente. He establecido dos reglas para dos tipos de personas:

1. La serie, generalmente aceptada, de reglas planetarias ortodoxas para el hombre común y sin desarrollo.

2. Una nueva combinación de reglas y constelaciones para los que se hallan en el Sendero.

No obstante es necesario recordar que, debido al vasto número de posibles combinaciones que hay en el sendero de la vida del individuo, que dependen del grado de su desarrollo evolutivo, hay un número infinito de posibles permutaciones, complejidades y relaciones, las cuales a través de una amplia generalización, lógicamente inadecuada, pueden ser divididas en tres grupos:

1. El hombre común que carece de desarrollo, cuya vida está regida por los centros que están debajo del diafragma y pone el énfasis de las energías y fuerzas entrantes en el plexo solar, o en el centro sacro.

2. Un gran número de personas que se hallan en una etapa intermedia, cuyas energias y fuerzas están enfocadas principalmente en los centros inferiores, pero que al mismo tiempo y con frecuencia, actúan a través del centro laríngeo y evocan uma tenue respuesta de los centros cardíaco y ajna.

3. Las personas que se hallan en cualquiera de las etapas finales del Sendero, cuyo énfasis pasa rápidamente de los centros inferiores a la tríada superior y al centro más elevado de la cabeza que está en proceso de despertar. Ellas también se dividen en dos grupos:

a. Quienes emplean el centro plexo solar como un vasto centro de distribución para las energías entrantes y comienzan a trabajar por medio de los centros cardíaco y laríngeo, cuya meta es despertar totalmente el centro ajna.

b. Quienes emplean estos centros, pero el centro cardíaco se halla plenamente despierto y el triángulo de fuerza en la cabeza (desde el centro ajna al centro coronario y de éste al centro que se encuentra en la médula oblongada) comienza a funcionar.

Cuando estos centros están despertando, sus combinaciones más simples son los triángulos siguientes: La Ciencia de los Triángulos subyace en toda deducción astrológica, así como también en los centros del cuerpo humano. Esto ya lo saben, pero las cuatro triplicidades de la astrología ortodoxa son sólo rudimentos de esta verdadera ciencia, que están detrás de las interpretaciones ortodoxas.

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Lamentablemente, el principio organizador no es tan simple como puede parecer en la clasificación dada, porque el énfasis, el enfoque, el método de coordinación y de vitalización, más la apariencia de estos triángulos esotéricos, varían con los tipos de rayo. La Ciencia de los Triángulos de Energía fundamenta la nueva ciencia esotérica, tanto en la astrología como en la ciencia de laya-yoga, o ciencia de los centros. Esta antigua yoga y esta aún más antigua ciencia astrológica deben ser estudiadas hoy en uma vuelta más elevada de la espiral. Hasta ahora, la enseñanza dada sobre los centros há sido heredada de la época atlante y ha estado velada en las antiguas formas y fórmulas, fundamentalmente inapropiadas para nuestro actual estado de desenvolvimiento, grandemente avanzado. Lo mismo puede decirse de la astrología ortodoxa o exotérica.

Ambas ciencias deben ser reorientadas y reajustadas, y la astrología debe basarse en la comprensión más profunda de la relación que existe entre los planetas – sagrados y no sagrados -, entre los centros y ciertos prominentes “ciclos de polarización”, que emergen como resultado preordenado de “períodos de crisis”. Esta última frase encierra uma verdad básica e importante.

Road to space por Max Mitenkov

1. Los Centros y los Triángulos de Fuerza.

Como bien saben, existen cinco planetas no sagrados y siete son considerados sagrados. Estas doce vidas planetarias (con sus propios ciclos, períodos de crisis y momentos de polarización) están estrechamente relacionadas con los siete centros. Los cinco centros a lo largo de la columna vertebral están relacionados con los cinco planetas no sagrados; pero en el hombre común o no evolucionado, están enfocados casi totalmente en el plano astral y en el cuerpo astral. Se debería observar que:

1. Dos de los planetas no sagrados (la Tierra y la Luna) están vinculados a dos centros que tienen poco predominio en el hombre muy evolucionado:

a. El bazo recibe emanaciones pránicas del planeta en que vivimos, y concierne a los cuerpos etérico y físico y a su relación física.

b. El centro ubicado en el pecho, relacionado con la glándula timo, está inactivo en el hombre evolucionado, pero vinculado al nervio vago, antes de despertarse el centro cardíaco.

2. Dos de los planetas no sagrados (Marte y Plutón) funcionan en conexión con el centro sacro (Marte) y el plexo solar (Plutón). Este último se halla activo en el hombre que se está “vivificando en un sentido muy elevado y su naturaleza inferior se pierde en el humo y las tinieblas de Plutón, que rige la tierra ardiente inferior, a fin de que el hombre pueda vivir en la verdad, en la región superior de la luz”.

3. El Sol (que representa a Vulcano, planeta sagrado) rige el centro que está delante de la garganta, relacionado con la glándula paratiroides, no con la tiroides, la cual está relacionada con el centro laríngeo. Este centro delante de la garganta, queda inactivo cuando comienza la actividad del período creador de la garganta. Actúa como mediador entre los órganos creadores superior e inferior (entre los centros sacro y laríngeo), y conduce eventualmente a esa actividad creadora que en conciencia es la del alma funcionante. Vulcano fue uno de los primeros trabajadores creadores entre los hombres y también estaba relacionado a “Caín que asesinó a su hermano”. El simbolismo que encierran estos antiguos mitos será fácilmente interpretado por el estudiante intuitivo.

Algunas de las tareas que me propongo emprender en este capítulo del Tratado sobre los Siete Rayos son:

1. Considerar por qué cinco de los siete rayos se expresan a través de dos grupos de planetas – sagrados y no sagrados – y también a qué centros rigen estos dos grupos de rayos. Así relacionaremos:

a. Los siete centros del cuerpo etérico del hombre.

b. Los siete centros de la cuarta Jerarquía Creadora, de la cual las siete razas son su expresión.

c. Los siete centros planetarios.

d. Los siete y los cinco planetas, que son los siete centros de energía del sistema solar y responden a la energía de las doce constelaciones del zodíaco.

Estos centros planetarios serán estudiados desde dos ángulos:

a. El ortodoxo.

b. El del discipulado y la iniciación.

2. Considerar las energías de las tres constelaciones mayores, porque cada una fluye a través de tres constelaciones zodiacales, formando así grandes triángulos entrelazados de fuerza. De este modo están involucradas nueve de las constelaciones zodiacales y éstas a su vez fusionan y mezclan sus energías en tres principales corrientes de fuerza en el Sendero de Iniciación. Estas tres corrientes de fuerza fluyen a través de:

a. Leo, Capricornio y Piscis,

b. Saturno, Mercurio y Urano (la Luna), a

c. Los centros coronario, ajna y cardíaco, a

d. Los centros laríngeo, plexo solar y base de la columna vertebral.

Debe recordarse que el centro sacro y el bazo están primordialmente conectados con la emanación planetaria de la Tierra.

3. Considerar las Tres grandes Cruces cósmicas: y la relación de estas tres Cruces con los doce planetas, más el tránsito general del alma encarnada.

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4. Detallar el tópico de la interacción entre los tres grupos de planetas regentes, tal como fue dado en la Tabulación VI. Éstos, en todos sus efectos, son los agentes mediante los cuales se llevan a cabo los propósitos de Dios.

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Tabulación VI

Antes de seguir con los aspectos más técnicos de nuestro tema quisiera elaborar el del zodíaco, su historia y simbolismo desde un ángulo más filosófico y espiritual, a fin de darles un cuadro subjetivo del progreso del hombre mientras recorre la trayectoria del Sol en el sendero de la vida. Ésta es una frase técnica y se refiere a la actividad de un Sol, un planeta, una Jerarquía o un hombre, después de un momento de crisis dando por resultado “un período de polarización”, que conduce inevitablemente a un nuevo impulso y trayectoria progresivos. Estas tres palabras –crisis, polarización y trayectoria– son la base de la ley cíclica y rigen el proceso evolutivo. Desde el punto de vista de la humanidad el paso del Sol alrededor del zodíaco es, aparentemente, un proceso lento y laborioso que tarda aproximadamente (en el factor tiempo) 25.000 años. Desde el ángulo de la visión interna es una trayectoria alrededor del Sendero de la Vida que dura únicamente un instante, “borrando el pasado, el presente y el futuro en la radiante gloria del trabajo realizado”.

2. Las Crisis y los Signos.

Seguiremos al hombre de un signo a otro hasta que -en el afán y el dolor- forje el equipo y desarrolle penosamente el mecanismo que le permitirá llegar a un mayor momento de crisis en su vida cíclica, donde comenzará a liberarse del sendero de la gran ilusión, el cual ha recorrido durante eones desde Aries a Tauro vía Piscis y -retrocediendo- empezará a recorrer el sendero de luz desde Aries a Piscis vía Tauro. Este cambio de experiencia está bellamente expresado en la sexta parte de El Antiguo Comentario:

“La Cruz de muchos cambios (la Cruz Mutable) sigue su rotación, llevando en sí crucificada la forma de un hombre, en quien existe la simiente de toda ilusión. Pero el hombre que ha sido crucificado desciende -aunque no lo sepa- y palpa su camino hacia otra cruz (y con dolor y muchas lágrimas percibe) -una cruz de luz enceguecedora, de ardiente dolor, de amarga pena, y sin embargo es la Cruz de la Liberación, la Cruz Estática, fija en los cielos y custodiada por el Ángel. “Detrás de esa Cruz aparece otra Cruz que él no puede alcanzar (¡el Ángel custodia el camino!) hasta que el Toro desgarre y despedace al hombre; entonces -la Luz brilla; hasta que la terrible Serpiente luche con el hombre y lo ponga de rodillas, entonces -se eleva hacia la Luz; hasta que el León sea domado y el secreto de la Esfinge revelado, entonces -se revela la Luz interna; hasta que el hombre eleve su cántaro de agua y se una a las filas de los Portadores de Agua, entonces la afluencia de la corriente de la vida llenará su cántaro y agotará el estancado charco, purificando su fuente; así revela el camino oculto que conduce a la recóndita Luz, ocultada por la última Cruz. Entonces, desde la Cruz del Hombre, el Iniciado halla su camino; pasa al Ángel y deja tras sí el velo interno rasgado, y ascendiendo a la Cruz mayor, penetra en el día, el día final. Se detiene para él la rueda. Se desvanecen para él el Sol y las estrellas. Se ve una gran Luz.”

Las tres cruces del Gólgota fueron símbolos bíblicos de estas tres cruces astrológicas: la Cruz Común o Mutable, la Cruz Fija y la Cruz Cardinal.

Deberán recordar, aunque trazaré el progreso del hombre de un signo a otro alrededor del sendero zodiacal, que no existe necesariamente esta ordenada secuencia del recorrido ni el paso ininterrumpido de un signo a otro, tal como lo estoy delineando. Todas las almas encarnan en el signo de Cáncer. Con esto quiero significar que la primera encarnación de cada ser humano tuvo lugar en este signo, el cual ha sido reconocido en todas las épocas como “la entrada en la vida de quienes deben conocer la muerte”, así como la constelación de Capricornio es considerada otra puerta, llamada esotéricamente “la entrada en la vida de quienes no conocen la muerte”. A medida que transcurren las edades, el hombre entra en todos los signos y sale de ellos y el signo de cada uno es determinado por la naturaleza del rayo de la personalidad, que como bien saben, cambia vida tras vida. En esos signos aprende las lecciones necesarias, amplía su horizonte, integra su personalidad, empieza a sentir al alma condicionadora y así descubre su dualidad esencial. Cuando está en el Sendero del Discipulado (y en éste incluyo al de la Iniciación) un murmullo esotérico le dice que está siendo condicionado por el infatigable Observador, el alma, y está sujeto (en las etapas finales del Sendero) exactamente a doce encarnaciones, una en cada uno de los doce signos. En ellas debe probarse a sí mismo, logrando grandes momentos de crisis, particularmente en cada uma de las constelaciones de la Cruz Fija. De un punto a otro, de una etapa a otra y, finalmente, de una Cruz a otra, lucha por su vida espiritual en las doce casas y en las doce constelaciones, sujeto a innumerables combinaciones de fuerzas y energías -de rayo, planetarias, zodiacales y cósmicas- hasta que se “renueva” y se convierte en “el hombre nuevo”, es sensible a toda la gama de vibraciones espirituales en nuestro sistema solar y logra ese desapego que le permitirá eludir la rueda del renacimiento. Há realizado esto ascendiendo a las tres Cruces -la Cruz de la Personalidad o la forma cambiante; la Cruz del Discípulo o el alma eterna, y la Cruz del Espíritu. Esto realmente significa que ha pasado por tres crisis trascendentes en su ciclo de vida:

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Al estudiar el sistema de entrelazamiento de energías, en lo que afectan y condicionan a un ser humano, el tema de las Tres Cruces es de profundo y práctico interés, especialmente porque proporciona esos puntos de crisis donde el hombre sale del sendero común de evolución y entra en el sendero del discipulado o -después de la tercera iniciación asciende a la tercera Cruz. Esto fundamentará nuestro pensamiento y todo lo que voy a decir. Será de valor recordar constantemente las doce energías básicas cinco mayores y siete menores, que en realidad -y aparte del retroceso astral debido a la Gran Ilusión- son siete mayores y cinco menores, las cuales se desarrollan, en la expresión humana, por intermedio de los Señores de los doce signos y los doce Regentes planetarios. Estas doce energías básicas emanan de las siete estrellas de la Osa Mayor (trasmitidas por las siete estrellas de la Osa Menor) ; dos de ellas vienen de Sirio y tres de las Pléyades. Éste conjunto (si puedo usar un término tan poco ortodoxo) constituirá la condición de la mayor esfera solar de influencia al fin de la Gran Era de Brahma, como se la denomina esotéricamente. En el “intervalo de la evolución” (lo cual es una traducción inadecuada de una frase oculta aplicada a un ciclo mundial, en los Archivos de los Maestros) estas energías fueron rebajadas a fuerzas y son literalmente diez y seis -les recordaré que es desde el ángulo de la manifestación- y literalmente hacen 7 + 7 + 2 =16.

En estos números reside oculto el misterio de nuestro proceso evolutivo. Pero el énfasis siempre debe ser puesto sobre los Rayos de Energía y Cualidad a medida que fluyen a través de las constelaciones zodiacales y los planetas. Lógicamente, el conocimiento de los rayos es la base de la nueva astrología. La siguiente clasificación tiene implicaciones fundamentales a este respecto y todo lo que diré se basará en ella.

Siete estrellas de la Osa Mayor constituyen las Fuentes originantes de los siete rayos de nuestro sistema solar. Los siete Rishis de la Osa Mayor (según se los denomina) se expresan por medio de los siete Logos planetarios, los cuales son Sus representantes y a los Cuales representan en lo que a la relación prototípica concierne. Los siete Espíritus planetarios se manifiestan por medio de los siete planetas sagrados.

Cada uno de los siete rayos, provenientes de la Osa Mayor, son transmitidos a nuestro sistema solar por medio de tres constelaciones y sus planetas regentes. La siguiente tabulación aclara esto, pero debe ser interpretada únicamente en términos de la actual vuelta de la gran Rueda zodiacal (25.000 años).

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Tabulación VIII

Es evidente que son necesarios muchos trabajos correlativos y reajustes de ideas para que la nueva astrología sea de utilidad práctica y oportunamente sustituya a la que ahora prevalece. La nueva astrología comprende realmente cinco ciencias:

1. La Ciencia de los Rayos.
2. La Ciencia de la Interpretación esotérica, llevada a cabo por medio de:
3. La Ciencia de los Triángulos.
4. La Ciencia de los Centros.
5. La Ciencia del Destino.

Esta última ciencia estará basada sobre las cuatro anteriores y constituirá la futura interpretación fundada en un conocimiento correcto de los rayos -personal y egoico- y de la influencia de los triángulos -zodiacal, planetario, racial y humano. Estos últimos triángulos se establecen mediante el estudio de los centros humanos individuales. Cuando todo esto se haya. comprobado y desarrollado en el nuevo tipo de horóscopo que se confeccionará posteriormente, entonces se aplicará la Ciencia del Destino y se descubrirá lo que indica el futuro. El horóscopo personal progresado, es la simiente embrionaria de ello.

Algunas indicaciones de relativo valor pueden ser obtenidas considerando los triângulos humanos, como se han expuesto en el Tratado sobre Fuego Cósmico, donde se sugiere que:

“Sería conveniente que el estudiante observara la interesante sucesión de triángulos que existen y la forma en que deben ser vinculados por la progresión del fuego, antes de que éste pueda vivificarlos completamente y luego pasar a otras transmutaciones. Podemos enumerar algunos de estos triángulos, recordando siempre que de acuerdo al rayo, ascenderá geométricamente el fuego y así será la secuencia correlativa de los puntos que se deben tocar. Aquí reside uno de los secretos de la Iniciación y también algunos de los peligros que implica la publicación prematura de informes sobre los rayos:

1. El triángulo pránico.
a. El centro entre los hombros.
b. El centro cerca del diafragma.
c. El bazo.

2. El hombre regido desde el plano astral.
a. La base de la columna vertebral.
b. El plexo solar.
c. El corazón.

3. El hombre regido desde el plano mental.
a. La base de la columna vertebral.
b. El corazón.
c. La garganta.

4. El hombre parcialmente regido por el Ego, el hombre avanzado.
a. El corazón.
b. La garganta.
c. La cabeza, es decir, los cuatro centros menores y su síntesis, el centro ajna.

5. El hombre espiritual hasta la tercera iniciación..
a. El corazón.
b. La garganta.
c. Los siete centros de la cabeza.

6. El hombre espiritual hasta la quinta iniciación.
a. El corazón.
b. Los siete centros de la cabeza.
c. Los dos lotos de múltiples pétalos.

“Estos distintos períodos demuestran las diferentes radiaciones triangulares. No podemos deducir, de lo antedicho, que si el fuego está centrado en un triángulo, que no se manifieste en otro. Cuando el fuego pasa libremente por cualquier triángulo, arde continuamente, pero hay siempre un triángulo más radiante y luminoso que los otros. Al observar estos resplandecientes triángulos de luz, que surgen de ruedas y vórtices de fuego, los clarividentes y los instructores de la raza pueden apreciar el lugar que ocupa el hombre en el esquema de las cosas y juzgar su progreso. En la culminación de la experiencia de la vida, cuando el hombre ha alcanzado su meta, cada triángulo es una senda radiante de fuego, cada centro una rueda de fuerza ígnea viviente que gira a velocidad vertiginosa; el centro no sólo gira en dirección específica en esta etapa, sino que literalmente gira sobre si mismo, formando un globo iridiscente, llameante y viviente, de fuego puro, manteniendo en su interior cierto perfil geométrico, y vibrando al mismo tiempo tan rápidamente que el ojo apenas puede seguirlo. Sobre todo, en la cúspide de la cabeza se ve un despliegue ígneo que hace insignificantes a los demás centros; del corazón de este loto de muchos pétalos, surge una llama de fuego con el matiz básico del rayo a que pertenece el hombre. Esta llama se eleva y parece hacer descender una masa de luz eléctrica, cuyo descenso proviene del Espíritu, desde el plano más elevado. Esto indica la fusión de los fuegos y la liberación del hombre de las ligaduras de la materia”.

Tratado sobre Fuego Cósmico

En la actualidad, los horóscopos son confeccionados basándose en la condición de la personalidad o en el rayo de la personalidad, si el astrólogo tiene la fortuna de hacerlo o de acertarlo con exactitud. Sin embargo, si el sujeto es una persona evolucionada, com frecuencia el horóscopo está equivocado, porque los planetas que gobiernan al hombre común o no evolucionado, no ejercen influencia sobre el hombre espiritual y el discípulo. Los acontecimientos del hombre común están condicionados en el plano físico de la vida, primordialmente por la posición de los planetas en las doce casas; siendo a su vez condicionados por ciertas influencias kármicas que el hombre evolucionado ha trascendido o está trascendiendo. El horóscopo eventualmente confeccionado, basado en el rayo del alma, y los signos zodiacales que rigen las actividades y las influencias del actual grupo de Regentes planetarios serán considerablemente aminoradas. Nuevas potencias planetarias (impartiendo energias zodiacales) controlarán y precederán a las antiguas, poniendo al hombre en contacto con diferentes fuerzas. Finalmente llegará el momento en que será sensible a toda la gama de las vibraciones; los horóscopos que se confeccionarán serán denominados “horóscopos de las cruces” y no serán simples indicaciones de las influencias planetarias en las doce casas. Dudo que algún astrólogo sea capaz de hacerlo. Éste es el tipo de horóscopo por el cual los Maestros juzgan a Sus discípulos y es muy interesante; ya me he referido a ellos anteriormente en este tratado. Estos “horóscopos de las Cruces” son preparados antes de la tercera iniciación, cuando el hombre comienza a acercarse a la Cruz Cardinal de los cielos. Les recordaré, aunque es una información sin valor, que la quinta iniciación mayor de nuestro planeta es la primera iniciación cósmica, así como la tercera es la primera del sistema. Las dos primeras iniciaciones tienen implicaciones planetarias. Lo antedicho posee una profunda significación astrológica y esotérica.

3. Los Efectos Espirituales de las Constelaciones Zodiacales.

Ahora describiré el efecto espiritual que produce el paso del alma alrededor de la rueda de la experiencia. Trataremos de considerar, en el caso de cada constelación, el efecto general que produce sobre el alma -adquiriendo experiencia- desde el ángulo ortodoxo, a medida que va desde Aries a Tauro vía Piscis y luego -como discípulo, regido por otras influencias- lo hace de Aries a Piscis vía Tauro. Así se invierte el proceso común y el hombre se reorienta y “enfrenta el Oriente”, según se dice esotéricamente. Entonces expresa en la forma más elevada posible las cualidades del rayo de su alma, así como en el primer caso expresó la cualidad del rayo de la personalidad.

No puedo ser más específico. Primero, trato de indicar y sugerir algunas deducciones espirituales e impartir una idea general de los efectos que produce la gran ilusión sobre las condiciones resultantes y, segundo, el resultado de las grandes pruebas que cada discípulo sufre oportunamente cuando él mismo invierte la dirección de la rueda de la vida.

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Connotaciones Astrológicas

 Un propósito secundario de este estudio es presentar un aspecto de la astrología que diferirá del expresado habitualmente. Investigaremos la historia de Hércules a medida que pasaba por los doce signos del zodíaco. En cada signo él expresaba sus características, y en cada signo, lograba algún conocimiento nuevo de sí mismo, y a través de ese conocimiento demostraba el poder del signo y adquiría los dones que el mismo confería. En cada uno de los signos lo encontraremos venciendo sus tendencias naturales, controlando y gobernando su destino, y demostrando el hecho de que las estrellas inclinan pero no controlan.

La forma de astrología que, yo creo, reemplazará andando el tiempo, la clase corriente que trata con horóscopos, es esa sintética presentación de los acontecimientos cósmicos que tienen sus reflejos en nuestra vida planetaria, en la vida de la humanidad en conjunto, y en la vida del individuo, que es siempre el microcosmos del macrocosmos. Este tipo de astrología enfoca su atención principalmente en el desarrollo del plan de las edades; esto, la historia lo manifiesta de una manera reducida en cuanto concierne a la humanidad, y un estudio más amplio de los tiempos y estaciones puede traernos una mayor comprensión de los propósitos de Dios. Hay un inmenso pasado detrás de la humanidad; eones y eones han llegado y se han ido, la rueda de la existencia gira continuamente, y siempre la cinta de la vida se desenvuelve, y nosotros somos llevados hacia un nuevo aspecto de la meta, y a una visión y realización más amplias. La concentración en el horóscopo personal y el intenso interés demostrado por los individuos en sus propios insignificantes asuntos puede ser natural y normal, pero es, no obstante, miope. Sólo la conciencia de que somos partes integrantes de un Todo mayor y el conocimiento de la divina suma total pueden revelar el más vasto propósito. Estas son las ideas que pueden eventualmente reemplazar nuestras concentraciones personales. Nuestras pequeñas historias de la vida deben desaparecer en um cuadro mayor. Astrológicamente Hércules estableció la historia de la vida de cada aspirante, y demostró la parte que debe jugar la unidad en la eterna Empresa.

Un gran Maestro oriental ha expresado en relación con el zodíaco y la astrología este sugestivo pensamiento:

“Que la astrología es una ciencia y una ciencia venidera, es verdad. Que la astrología en su aspecto supremo y su verdadera interpretación, capacitaria eventualmente al hombre para enfocar su comprensión y para funcionar rectamente, es igualmente verdad. Que en las revelaciones que la astrología hará, andando el tiempo, será encontrado el secreto de la verdadera coordinación entre el alma y la forma, es también correcto. Pero esa astrología todavía no ha sido descubierta. Hay demasiadas cosas pasadas por alto y otras muchas desconocidas para hacer de la astrología la ciencia exacta que muchos pretenden que sea. La pretensión será cumplida en alguna fecha futura. El momento no ha llegado todavia”.

“La astrología como es practicada ahora, está condenada a la destrucción debido a la rapidez con que las almas están controlando sus personalidades. El modelo del horóscopo del alma no estará basado en nuestro conocimiento tridimensional, pues las leyes de tiempo y espacio no tienen influencia sobre el alma”.

Astrología Esotérica

Por consiguiente, trataremos en este estudio con una astrología que será no matemática y que no tendrá relación con el modelo de los horóscopos. Se interesará en los doce tipos de energía por medio de los cuales la conciencia de la divina Realidad es lograda a través del medio de la forma. En un cielo no distante y en un estado no subjetivo llegó Hércules a este conocimiento. En el cuerpo físico, impedido y limitado por las tendencias conferidas a él por el mismo signo bajo el cual realizó el trabajo, alcanzó la comprensión de su propia divinidad esencial. A través de la superación de la forma y de la subyugación de la materia, se nos da un cuadro de una desarrollada autorrealización divina. Por consiguiente, en el estudio de Hércules, el discípulo, y de Cristo, el Salvador del Mundo, tenemos una completa presentación gráfica de las etapas finales del desarrollo, que están situadas delante de todos nosotros. Las cinco grandes Iniciaciones como están pintadas para nosotros en la historia de Jesús el Cristo, no son tratadas aquí, sino que forman el tema de otro libro.

De Belén al Calvario

A medida que estudiamos la historia de Hércules y lo seguimos a través de sus doce trabajos, pasando alrededor del gran zodíaco de los cielos, nos aproximaremos desde dos ángulos: el del aspirante individual y el de la humanidad en conjunto. Es ahora posible mirar a la familia humana como habiendo alcanzado, prácticamente en masa, la etapa del aspirante, la etapa del buscador inteligente, la etapa del hombre que, habiendo desarrollado su mente y coordinado sus aptitudes, mentales, emocionales y físicas, ha agotado los intereses del mundo fenoménico y está buscando una salida a un reino más amplio de conocimiento, dentro de una más segura esfera de garantías. Esta etapa ha sido siempre expresada por los individuos avanzados a lo largo de los años, pero nunca anteriormente se ha encontrado la propia raza humana con los inicios testimoniales de esta condición en grupo. Aquí yace la maravilla de pasados logros, y aquí está la hora de la presente oportunidad.

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