
Κλαύδιος Πτολεμαῖος
δ
O Las Servidumbres del Sistema
Aurelio Pérez-Jiménez
Universidad de Málaga
© Edicions de la Universitat de Barcelona
Este trabajo se ha realizado en el marco del Proyecto I+D “Astronomía y Astrología en la Antigüedad Tardía: Edición Crítica, Traducción Castellana y Exégesis del Comentario Anónimo al Tetrabiblos de Tolomeo del Ministerio de Economía y Competitividad.
α
1. Tolomeo ante la mitología y la religión

Tolomeo, el gran científico de Alejandría de mediados del siglo II de nuestra Era decidió escribir un tratado de Astrología como complemento al Almagesto (ἡ Μεγίτη Σύνταξις), la obra cumbre sobre astronomía de la Antigüedad en la que su autor consiguió dar una explicación matemática al aparente movimiento geocéntrico del cielo, el sol, la luna y los planetas. Aunque se haya discutido la autoría de esta obra e incluso ésta pueda ser discutible en algunas de sus partes, cualquiera que la coja entre sus manos comprobará que, al menos, fue escrita por un científico obsesionado por liberar la astrología helenístico-romana de todo el bagaje religioso y mitológico que la había convertido en doctrina adivinatoria. A este respecto es interesante el prólogo donde Tolomeo demuestra sus indudables cualidades retóricas cuando defiende la astrología como materia científica, su posibilidad como método adivinatorio y la veracidad de sus resultados, atribuyendo sus errores no a la doctrina, sino a la incompetencia de sus practicantes. Pues bien, el prólogo en cuestión pone énfasis, en cuanto a la naturaleza de la astrología, en la pureza natural y física de sus elementos (esencialmente las luminarias, los planetas, el Zodíaco y algunas constelaciones extrazodiacales) y en el carácter mecánico, lógico y racional de sus distancias y movimientos y, por consiguiente, también de sus efectos. Con este preámbulo, no debe extrañarnos que explícitamente niegue la contaminación mitológica de la doctrina y, sobre todo, la idea de un componente religioso o teológico en los fundamentos del sistema. Así, al plantear la utilidad de la astrología, niega que todo esté absolutamente predeterminado por designio divino, admitiendo solamente la existencia de un destino universal inalterable en lo que se refiere al movimiento de los cuerpos celestes (ἀλλ’ ὡς τῆς μὲν τῶν οὐρανίων κινήσεως καθ’ εἱμαρμένην θείαν καὶ ἀμετάπτωτον ἐξ αἰῶνος ἀποτελουμένης), pero no a propósito de los cuerpos y sucesos de la tierra, sometidos a un determinismo físico y susceptible de cambio (τῆς δὲ τῶν ἐπιγείων ἀλλοιώσεως καθ’ εἱμαρμένην φυσικὴν καὶ μεταπτωτήν).
En principio, la constatación de la que parte Hübner en el único trabajo sobre estos temas que conocemos, para justificar la ausencia casi absoluta de referencias mitológicas en el Tetrabiblos, “que le savant d’Alexandrie témoigne d’une certaine distance face à la mythologie”3 puede aplicarse del mismo modo en lo que concierne a la interacción con la religión de los efectos de los astros, de sus relaciones y de sus movimientos. Tolomeo intenta explicar siempre que es posible la naturaleza de dichos efectos partiendo de las propiedades físicas de aquellos y, como mucho, de las relaciones matemáticas entre ellos. Son las mutuas influencias físicas de los planetas, de acuerdo con los elementos y cualidades que los constituyen y no su personalidad mitológica y religiosa como hipóstasis o instrumento de los correspondientes dioses grecorromanos, la razón de ser del comportamiento astrológico de los seres de la tierra.
3 W. Hübner, Astrologie et mythologie dans la Tétrabible de Ptolémée d’Alexandrie, en: G. Argoud; J.Y. Guillaumin (eds.), Sciences exactes et sciences appliquées à Alexandrie (IIIème s. av. J.-C. – Ier s. ap. J.-C.). Actes du Colloque International de Saint-Étienne (6-8 juin 1996). Saint-Étienne 1998, 325-345, 326.
Como ejemplo de esa actitud pretendidamente científica, aséptica y objetiva con que el alejandrino afronta la descripción del método astrológico, a diferencia de otros astrólogos anteriores, coetáneos y posteriores a él, permítasenos citar una segunda constatación de Hübner en el mismo trabajo: “À plus forte raison Ptolémée n’adresse pas non plus de prières aux divinités planétaires, comme Manéthon ou le huitième hymne dit “homérique”, qui s’adressent à la planète de Mars, ou Vettius Valens et Firmicus et d’autres encore qui invoquent les divinités planétaires en géneral”. No obstante, pese a semejantes pretensiones, el peso religioso de los dioses con que acabaron por ser identificados los planetas, lo mismo que su tradición mitológica, es tan fuerte que los muchos esfuerzos de nuestro astrólogo por dar un colorido exclusivamente científico a la astrología acabaron siendo infructuosos. Esto salta a la vista a poco que se profundice en las auténticas razones que explican en el conjunto de esta doctrina las dependencias celestes del mundo sublunar. El método científico pretendidamente aplicado por Tolomeo en su prólogo, queda solo como un barniz físico y matemático que no logra cubrir del todo las especulaciones mitológicas, filosóficas, religiosas e incluso matemáticas que constituyen la esencia misma de la astrología alejandrina.
2. La terminología religiosa en el Tetrabiblos

La aparente irreligiosidad (o mejor dicho, asepsia religiosa) de Tolomeo en sus planteamientos astrológicos no significa, lo mismo que tampoco implicaba una ausencia total de la mitología, que no tengamos indicaciones relativas a este campo de la actividad humana. Tolomeo analiza las implicaciones de los planetas y de los signos zodiacales en la división geográfica de la tierra, en la configuración etnológica de sus pueblos y en aspectos concretos del individuo como son sus aptitudes físicas y psicológicas y su vocación profesional. Naturalmente, en todas estas circunstancias no solo está presente y sometido a las configuraciones zodiacales y planetarias el ámbito familiar, político, económico y las profesiones, conductas, inclinaciones y diversiones del hombre, sino también sus creencias y prácticas religiosas. Aquí es donde comprobamos cómo incluso para Tolomeo no todo es producto de las condiciones naturales y cosmológicas de los astros, sino que por los entresijos del sistema se cuelan también los estigmas mitológicos y religiosos adheridos a los planetas divinos desde Babilonia hasta el siglo II d.C. Que la actividad religiosa no está ausente del Tetrabiblos lo demuestra en primer lugar su terminología:
1) Aunque por la misma época ya se utilizaban los nombres fenomenológicos de los planetas (por ejemplo, así lo hacen Antíoco y el Pseudo-Manetón a veces), Tolomeo conserva los nombres habituales para los planetas desde Platón, Eudoxo y Aristóteles (ὁ τοῦ Κρόνου [ἀστήρ], ὁ τοῦ Διὸς [ἀστήρ], ὁ τοῦ Ἄρεως [ἀστήρ], ὁ τῆς Ἀφροδίτης [ἀστήρ], ὁ τοῦ Ἑρμοῦ [ἀστήρ]) e incluso -en la segunda parte- los que identifican completamente el nombre del planeta con el del dios (Κρόνος, Ζεύς, Ἄρης, Ἀφροδίτη, Ἑρμῆς), una costumbre que se inicia en los poetas latinos del final de la República y que constatamos en los horóscopos greco-egipcios de comienzos del Imperio y cada vez se va haciendo más habitual hasta llegar al compilador del mismo Tolomeo, Hefestión.
2) Se introducen (como ejemplo) nombres de divinidades y personajes mitológicos o de grupos de dichos personajes: Ἶσις, Μίθρα (2.3.23), Zεύς, Ἥλιος (como divinidades, en 2.3,34), Ἀδῶνις (2.3,37), Μήτηρ θεῶν (2.3.37) Ἄμμων (2.3,45), Ἀνάκτορες, Χάριτες, Διόσκουροι Δημήτηρ y Κόρη (en 3.8.2), Ἀργώ (4.9.11, para indicar muertes en naufragios), κατὰ τὸ Γοργόνιον τοῦ Περσέως (4.9.12, para indicar ἀποκεφαλιζομένους, “decapitados” ἢ μελεοκοπουμένους, “desmembrados”) y περὶ τὸν Κηφέα καὶ τὴν Ἀνδρομέδαν (4.9.13, para σταυροῖς ἀνορθουμένους, «crucificados»).
3) Se utilizan términos que tienen que ver con el plano divino y, eventualmente, con su intervención en el humano: θείοις ἐπαγγέλμασιν (en 1.2.20), τῶν θείων (1.3.2), ἀλύτου καὶ θείου προστάγματος (1.3.6), ἡ ἀπὸ θεῶν ἐπικουρία (3.15.4); o con su importancia como referencia vital, religiosa, para determinados pueblos de la geografía terrestre: περὶ τὴν τῶν θείων ἱστορίαν ἱκανώτεροι (2.2.8, dicho de los pueblos más próximos al trópico meridional del Zodíaco), σοφοὶ δὲ περὶ τὰ θεῖα (2.3.34), διανοητικοί τε καὶ συνετοὶ καὶ εὐεπίβολοι τυγχάνουσι περὶ πάντα καὶ μάλιστα περὶ τὴν τῶν σοφῶν καὶ θείων εὕρεσιν (2.3.49), ὑπεραποθνῄσκοντες ἑτοίμως τῶν οἰκείων ἕνεκεν τοῦ καλοῦ καὶ ὁσίου (2.3.34).
4) En particular, Tolomeo no ignora el interés de los pueblos por la participación en el culto a los dioses y la actitud hacia ellos, tanto positiva, como negativa, mencionando los defectos derivados del exceso de piedad (la superstición y el fanatismo) o de su defecto: διαίτας καθαρίους καὶ εὐαγώγους καὶ πρὸς τὰ σεβάσμια τιμητικάς (2.9.14).
a) Para lo primero, para la piedad religiosa, registramos términos que expresan con carácter general las relaciones del culto del hombre con la divinidad: σέβουσι (2.3.23; 2.3.34), σέβοντες (2.3.31), θρησκεύοντες (2.3.45), θεῶν παντοίων θρησκείαις χρώμενοι (2.3.47), θεοπρόσπλοκοι (2.3.47; 3.14.3; 3.14.16; 3.14.27), φιλόθεοι (2.3.47; 3.14.24; 3.14.26), ἀποτελεστικὸς δὲ καὶ τῶν περὶ τὸν ἱερατικὸν λόγον καὶ τὰς τῶν θεῶν θρησκείας (2.9.17, dicho de la influencia de Mercurio), ἱεροφοιτοῦντες (3.14.13), θρησκευταί (3.14.16), ἀντὶ δὲ θεοσεβείας δεισιδαιμονίαν (3.14.21), ἀσκηταί (3.14.24), εὐσεβεῖς (3.14.24; 3.14.26; 3.14.34), θεοσεβεῖς (3.14.20), φιλοθεώτατοι (3.14.33), θεοσεβέστερον (3.14.38), ἱεροπρόσπλοκοι (4.4.8) y τῶν ἐν ἱεροῖς θρησκειῶν (4.7.8).
b) En cuanto a las actitudes irreverentes hacia la religión y los dioses (impiedad, sacrilegio, profanación), encontramos estos términos: ἄθεοι (2.3.31; 3.14.15; 3.14.28; 3.14.32), δεισιδαίμονες (2.3.47; 3.14.11; 3.14.13), ἀσεβεῖς (3.14.15; 3.14.17), ἱερόσυλοι (3.14.15) y τυμβωρύχοι (3.14.15), μυστηρίων καὶ ἱερῶν διασυρτικοί (3.14.17), θεῶν καταφρονητικοί (3.14.17), δεισιδαιμονία (3.14.21).
c) Incluso, cuando habla de las influencias concretas de los signos zodiacales, Tolomeo no evita relacionar la piedad religiosa con los signos equinocciales τοῖς ἱεροῖς καὶ ταῖς περὶ τοὺς θεοὺς θρησκείαις ἐπισημαίνει (2.8.11), de forma similar a los que están próximos al medio cielo: τὰ δὲ πρὸς τῷ ὑπὲρ γῆν μεσουρανήματι περὶ τὰ ἱερά (2.8.12).
5) Abunda por otra parte, igual que ocurre en otros textos astrológicos, la terminología general y específica relativa a la adivinación, la inspiración y la posesión demoníaca: προθεσπίζουσιν οἱ πολλοὶ τὰ μέλλοντα (2.3.23), φιλαστρολόγοι (2.3.31), ἀστρολογικὰς καὶ μαντικάς (3.14.3), ἀστρολογικάς,… οἰωνοσκοπικάς, ὀνειροκριτικὰς (3.14.5), ἐνθεαστικοί (3.14.16), χρησμοί (3.15.4; 4.7.8), δαιμονιοπληξία (3.15.5; 3.15.6), ἐνθουσιασμοί (3.15.5), μανίαι (3.15.5; 3.15.6), ἐπιληψίαι (3.15.5; 3.15.6), θεοφορίαι (3.15.6), ἐξαγορεῖαι (3.15.6), μάντεις (4.4.3; 4.4.10), ἀστρολόγοι (4.4.3; 4.4.10), ὀνειροκρίται (4.4.4; 4.4.10), ἐν ἱεροῖς τὰς ἀναστροφὰς ποιούμενοι προφάσει μαντειῶν καὶ ἐνθουσιασμῶν (4.4.4), οἰωνισταί (4.4.8), λεκανομάντεις (4.4.10), νεκρομάντεις (4.4.10) δαιμόνων κινητικοί (4.4.10), ἀποφθεγγόμενοι (4.4.10), προγνώσεις ἔχοντες (4.4.10), θεόληπτοι (4.4.10).
6) Encontramos términos correspondientes a rituales propiciatorios y expiatorios: καθιεροῦταί τε παρ’ αὐτοῖς τὰ γεννητικὰ μόρια (2.3.23), ἱερῶν ἐγκάτοχοι (3.14.25), θῦται (4.4.3; 4.4.10), θυσιουργοί (4.4.5), παρασχισταί ἱεροφόροι (4.4.8), así como a los funerarios: φιλόθρηνοι (2.3.47 y 3.14.11), τοὺς ἀποθνῄσκοντας γῇ κρύπτοντες καὶ ἀφανίζοντες (2.3.47), ἀνθρώπων ἐνταφιασταί (4.4.8), θρηνῳδοί (4.4.8), τυμβαῦλαι (4.4.8), ἐνθουσιασταί, ὅπου μυστήρια καὶ θρῆνοι καὶ αἱμαγμοί, τὰς ἀναστροφὰς ποιούμενοι (4.4.8), περὶ ταφὰς ἢ ταριχείας (4.4.9).
7) No faltan términos correspondientes a las ceremonias religiosas secretas y, en concreto, a los misterios7: μυστηρίων δὲ μάλιστα συντελεστικοί (2.3.19, dicho de los pueblos que están bajo en el cuadrante regido por Mercurio y Venus), κρυφίων μυστηρίων ἐπιτελεστικοί (2.3.49), διερευνητικὰς δὲ τῶν ἀποκρύφων καὶ ζητητικὰς τῶν ἀθεωρήτων, οἷον μαγικάς, μυστηριακάς…, θαυματοποιούς (3.14.5, referido a las almas condicionadas por configuraciones astrales en el bajo cielo), μυστηρίων καὶ τελετῶν ἐπιθυμητάς (3.14.16), μυστικοί (3.14.18), μέτοχοι ἀποκρύφων καὶ ἀπορρήτων (3.14.18), μυστηριακοί (3.14.25 y 36), μυστήρια (4.4.8 y 4.7.7).
7 Un tema este del que nos hemos ocupado con más detalle y con referencia a todos los tratados astrológicos griegos en A. Pérez-Jiménez, “Una Apropiación Oportuna: Textos Astrológicos Griegos y Vocabulario de los Cultos Mistéricos y Místicos”, en E. Calderón Dorda; S. PereaYébenes (eds.), Estudios sobre el Vocabulario Religioso Griego, Signifer Libros, Madrid-Salamanca, 2016, pp. 131-158.
8) Y hay, por último, otros términos institucionales referidos a las distintas profesiones religiosas y asimilables (excluimos de este apartado las de la adivinación en todos sus campos, ya mencionadas en el apartado 5): μάγοι (2.3.34; 3.14.32; 4.4.10), μαγευτικοί (2.3.44; 2.3.49; 3.14.27), μαγικοί (3.14.19), ἱεροποιοί (3.14.16), τερατουργοί (3.14.18), γόητες (3.14.32; 4.4.4), ἱερατειαί (4.2.2), ἀξιώματα ἱερατικά (4.3.3), ἀξιώματα στεμματηφορικά (4.3.3), φάρμακοι (4.4.4), προαγωγοί (4.4.4), ἱερογλύφοι (4.4.7), ἱερῶν ζῴων θεραπευταί (4.4.8), ἱερατικαί (4.4.9), ἐξορκισταί (4.4.10).
3. Una pretendida explicación física de las influencias astrales

El vocabulario extraído del texto del Tetrabiblos en el apartado anterior y su clasificación demuestra que, pese al afán de Tolomeo por convertir la astrología en un método aséptico y objetivo, choca con materias de la actividad humana puramente especulativas, que le imponen sus propias reglas. Es cierto (puede argumentarse) que la mitología y la religión son ámbitos importantes del comportamiento social e individual del hombre y que, por consiguiente, Tolomeo no podía prescindir de las referencias a ellos, si buscaba explicar por el influjo de las estrellas todos los aspectos concernientes al mundo sublunar. Efectivamente, al comienzo, al menos en la parte inicial de su obra, donde expone las propiedades físicas de los planetas, que justifican los pormenores de su influencia, hace verdaderos esfuerzos por reducir a las combinaciones de esas propiedades la idiosincrasia de los lugares y de las etnias que pueblan la geografía terrestre. Es un buen comienzo para su pretendida asepsia científica, astronómica; pero pronto se deja llevar, como veremos, por la presión histórica del sistema astrológico y el resultado será que la razón verdadera de las tendencias y comportamientos religiosos de los individuos tendrá mucho que ver en el Tetrabiblos (implícitamente la mayoría de las veces, pero otras explícitamente) con la naturaleza mitológica y la carga religiosa asociada a los astros responsables de esas actitudes.
Como decíamos, Tolomeo comienza asumiendo, coherentemente con sus planteamientos, el principio de la εἱμαρμένη φυσική que impone el cielo a la tierra, aunque deja abierta la posibilidad de interferir, siempre de forma natural, en la concatenación originaria de los acontecimientos. Para ello y para justificar la posibilidad y la utilidad de la astrología, se remite a la tradición egipcia:
νῦν δὲ καὶ τὸ κατὰ τὰς ἐφεξῆς φύσεις ἀντιπρᾶξαι δυνάμενον ἐν δευτέρᾳ χώρᾳ τοῦ καθ› εἱμαρμένην λόγου τιθέμενοι συνέζευξαν τῇ τῆς προγνώσεως δυνάμει τὴν κατὰ τὸ χρήσιμον καὶ ὠφέλιμον διὰ τῶν καλουμένων παρ› αὐτοῖς ἰατρομαθηματικῶν συντάξεων, ὅπως διὰ μὲν <τῆς> ἀστρονομίας τάς τε τῶν ὑποκειμένων συγκρίσεων ποιότητας εἰδέναι συμβαίνῃ καὶ τὰ διὰ τὸ περιέχον ἐσόμενα συμπτώματα καὶ τὰς ἰδίας αὐτῶν αἰτίας (ὡς ἄνευ τῆς τούτων γνώσεως καὶ τῶν βοηθημάτων κατὰ τὸ πλεῖστον διαπίπτειν ὀφειλόντων, ἅτε μὴ πᾶσι σώμασιν ἢ πάθεσι τῶν αὐτῶν συμμέτρων ὄντων), διὰ δὲ τῆς ἰατρικῆς ἀπὸ τῶν ἑκάστοις οἰκείως συμπαθούντων ἢ ἀντιπαθούντων τάς τε τῶν μελλόντων παθῶν προφυλακὰς καὶ τὰς τῶν ἐνεστώτων θεραπείας ἀδιαπτώτους, ὡς ἔνι μάλιστα, ποιούμενοι διατελῶσιν.
Tetrabiblos: 1.3,19: “Ahora [aquellos, sc. los egipcios] poniendo en segundo lugar después del destino la posibilidad de alterarlo actuando sobre las causas naturales sucesivas, unieron a la fuerza de la previsión la referente a la utilidad y ventaja derivada del sistema que entre ellos se llama iatromatemática; así, gracias a la astronomía podemos conocer las cualidades de las combinaciones subyacentes, así como las condiciones ambientales futuras y sus causas específicas (pues sin el conocimiento de éstas también deben fallar en general los remedios, igual que no para todos los cuerpos y enfermedades valen las mismas medicinas).”
De esta forma, nuestro rétor fundamenta su método en el análisis de la composición física de los astros que constituyen el fundamento de la astrología, especialmente los planetas. Y, al hacerlo, pretende echar en olvido voluntariamente la personalidad de los dioses relacionados con ellos que, en la tradición alejandrina y romana anterior, dió forma a la casi totalidad de sus influencias. Para el científico las influencias del Sol derivan de su capacidad de generar calor y sequedad, así como de las distancias relativas a la tierra a lo largo del año; la Luna produce humedad (por su cercanía a la tierra que le permite recoger los vapores exhalados por ésta) y cierto calor que le llega por los rayos del Sol. Saturno es frío y seco por la lejanía del Sol y de la tierra, aunque puede alterar las condiciones ambientales según sus configuraciones con el Sol y con la Luna. Marte es seco y ardiente por su proximidad al Sol. En cambio, Júpiter (entre Marte y Saturno) es templado y produce calor y humedad, así como vientos fecundos por la influencia que ejercen sobre él las esferas próximas.9 Venus tiene una acción parecida (moderado calor húmedo) aunque es menor su calor (por la proximidad al Sol) y mayor la humedad (por la de la tierra). Por último, la naturaleza de Mercurio es doble: calor seco por la proximidad al Sol y humedad por la influencia de la Luna. Y las mismas cualidades sirven a Tolomeo para explicar la condición benéfica, maléfica o indiferente de los planetas, otro tema central de la astrología antigua. Así, como el calor y la humedad, por su carácter fecundo y activo, son buenos, es normal que los antiguos consideraran benéficos a Júpiter, Venus y la Luna (los tres planetas que participan de la humedad y cierto calor); en cambio, el exceso de calor o de sequedad explica el carácter maléfico de Saturno y Marte. Quedan intermedios, indiferentes, Mercurio y el Sol. Los mismos principios físicos son la clave para determinar otro aspecto importante de la astrología, el del sexo: Luna y Venus son femeninos porque en ellos domina la naturaleza húmeda; en cambio son masculinos el Sol, Saturno, Júpiter (inexplicablemente, según este principio) y Marte; mientras que Mercurio (unas veces seco y otras húmedo) es indiferente.10
9 Primera inconsistencia de Tolomeo, pues, si son Marte y Saturno las esferas circundantes, no sabemos de dónde le viene la humedad a Júpiter, ya que ambos son secos.
10 Resumo así el contenido de los capítulos Tetr. 1.4-6 que Tolomeo pretende tomar como principio para la justificación de la mayoría de las influencias planetarias.
Hasta aquí, y salvo el caso un tanto anómalo de Júpiter, todo parece lógico, natural, objetivo y científico. Nada de las disputas entre Crono y Zeus, nada de la belleza proverbial de Afrodita, de sus infidelidades y amores adúlteros con Ares, nada de la violencia irracional de este dios y nada de las ambigüedades mitológicas de Hermes o de sus habilidades técnicas e intelectuales, para bien o para mal. Sus cualidades físicas, calor, humedad, frío y sequedad lo explican todo. El nombre está ahí y es lo de menos. Y estas características de los planetas, así como sus cualidades se convierten en la regla de medir para fijar la mayoría de las influencias tanto de los signos, como de las constelaciones y, sobre todo, de las relaciones del Zodíaco con los planetas y de las influencias meteorológicas (y de ahí astrológicas) de los signos y planetas (caso de los vientos) y de sus configuraciones, un tema sobre el que haremos en su momento las puntualizaciones pertinentes para la materia que nos ocupa.
3.1. La etnografía
Cuando Tolomeo pasa de la teoría a la práctica sigue esos parámetros aplicados a la naturaleza de los planetas y a la orientación de los signos zodiacales que constituyen el escenario de su movimiento. Así, al establecer con carácter general las cualidades de los habitantes de la tierra se asocia la proximidad a la eclíptica (es decir a los signos del Zodíaco y al movimiento de los planetas) con la mayor agudeza intelectual de los que viven en las regiones más meridionales de la ecúmene. Como principio general está bien, ya que aporta una razón verosímilmente científica para la práctica de actividades especulativas, como es la religión:
τούτων δὲ οἱ πρὸς νότον ὡς ἐπίπαν ἀγχινούστεροι καὶ εὐμήχανοι μᾶλλον καὶ περὶ τὴν τῶν θείων ἱστορίαν ἱκανώτεροι διὰ τὸ συνεγγίζειν αὐτῶν τὸν κατὰ κορυφὴν τόπον τοῦ ζῳδιακοῦ καὶ τῶν περὶ αὐτὸν πλανωμένων ἀστέρων, οἷς οἰκείως καὶ αὐτοὶ τὰς ψυχικὰς κινήσεις εὐεπιβόλους ἔχουσι καὶ διερευνητικὰς καὶ τῶν ἰδίως καλουμένων μαθημάτων περιοδευτικάς.
Tetrabiblos: 2.2.8: “De estos pueblos, los que viven hacia el sur son en general más agudos e ingeniosos y están más cualificados para la investigación sobre los asuntos divinos porque su cénit está más próximo al Zodíaco y a los astros que circulan por él; y por ese parentesco precisamente ellos tienen su actividad espiritual muy apropiada para investigar y ocuparse en las ciencias llamadas propiamente matemáticas”.
Se está refiriendo Tolomeo a los egipcios y a los caldeos, como observa el comentarista anónimo del Tetrabiblos y, aunque no lo dice, probablemente asume, como propone aquél, la identificación religiosa de la astrología, al más puro estilo de la tradición alejandrina; sin embargo, él omite esta posibilidad y habla de περὶ τὴν τῶν θείων ἱστορίαν ἱκανώτεροι por la proximidad de estos pueblos a la eclíptica que ha desarrollado su inteligencia debido a la observación astronómica del cielo.
Sigue su lógica geográfico-astronómica igualmente a propósito de los pueblos del cuadrante noroccidental limítrofes con el centro de la ecúmene (que, por consiguiente, participan de las características de su cuadrante, Aries, Leo y Sagitario y de los planetas regentes, Marte, Sol y Júpiter y de las del cuadrante suroriental por esa posición, Tauro, Virgo y Capricornio, con sus planetas Venus, Mercurio y Saturno); pero la explicación relativa a la especial aptitud de los habitantes de este subcuadrante para la práctica de los misterios (el aspecto occidental de Venus) no resulta demasiado convincente como explicación científica; y sí, en cambio, tiene que ver con un principio, el de semejanza, aplicado habitualmente en la astrología; pues el que se atribuya esa orientación mistérica al aspecto occidental de Venus responde, como apunta el comentarista anónimo, al carácter secreto de los misterios para el que es apropiada la nocturnidad del aspecto. Sin duda se trata de una explicación astrológica tomada por los pelos para dar cuenta de una constatación histórico-religiosa concerniente a los pueblos de este cuadrante (especialmente las Cícladas, Asia Menor y Chipre). Por lo demás, y a partir de ahora, el astrólogo muestra un especial interés por la asociación a los signos y planetas que rigen los cuadrantes con el culto y algunos rituales concretos de los habitantes de las regiones sometidas a ellos.

Astrología y Gnosticismo – Demetrio Santos
Con respecto al cuadrante suroriental (Celesiria, Idumea, Judea, Fenicia, Caldea, Orquenia, Arabia Felix, Partia, Media, Persia, Babilonia, Mesopotamia, Asiria, India, Ariana, Gedrosia), bajo la influencia de Capricornio, Virgo y Tauro y regido por los planetas de Venus y Saturno con influencia también de Mercurio, los cultos reflejan esa asociación planetaria: Venus, como una hipóstasis de Isis y Saturno, como identificación astral de Mitra-Helios; en cuanto a las dotes para la adivinación de estos pueblos sin duda se deben al señor de Virgo, Mercurio, aunque Tolomeo no dice nada al respecto. Evidentemente, el astrólogo lo que hace en este caso es encajar en su doctrina una constatación histórico-religiosa (el culto de Venus como Astarté, Isthar y Atargatis en esos pueblos y su identificación alejandrina con Isis y el de Saturno como Helios, Mitra). Es a esas asociaciones y, en particular, a la tradición astrológica anterior en la que eunucos, castrados y galli deben su condición a las relaciones entre los tres planetas (el de las tendencias eróticas, el de la vejez estéril y el hermafrodita) a las que obedecen realmente las precisiones del astrólogo sobre el ritual de la castración, por más que intente explicarlo ‘científicamente’ por la condición espermática de esas relaciones (διὰ τὸν… συσχηματισμὸν σπερματικόν). De estas regiones, la irreligiosidad de Celesiria, Idumea y Judea (influidas en particular por Aries–Marte) se atribuye a Marte, de acuerdo con toda la tradición astrológica que asocia el ámbito de la profanación y la hostilidad hacia la religión con el carácter violento y guerrero con que la mitología representa a Ares. En cuanto a Fenicia, Caldea y Orquenia (presididos complementariamente por Leo/Sol) tampoco es, evidentemente, la naturaleza física de los astros, pero sí de nuevo la tradición histórica sobre el culto solar con que se confunde la astrología. No es extraño, pues, que Tolomeo se haga eco de esa tradición al constatar la tendencia de estos pueblos hacia la astrología (φιλαστρολόγοι) y la religión del astro rey (σέβοντες τὸν ἥλιον).
El segundo cuadrante sobre el que Tolomeo señala la inclinación religiosa de sus pueblos (tercero en el orden del Tetrabiblos) es el nororiental y comprende las regiones de Hircania, Armenia, Matiana, Bactriana, Casperia, Sérica, Sauromática, Oxiana, Sogdiana además de las incluidas en su subcuadrante central o SO: Bitinia, Frigia, Cólquide, Siria, Comágene, Capadocia, Lidia, Cilicia y Panfilia. El cuadrante en general está regido por los signos y planetas de Géminis/Mercurio, Libra/Venus y Acuario/Saturno, a los que hay que añadir (para las regiones del subcuadrante) los de Cáncer/Luna, Escorpio/Marte y Piscis/Júpiter.

Tetrabiblos – Claudio Ptolomeo
Son sus planetas dominantes Saturno y Júpiter, lo que explica para Tolomeo el culto entre algunos de sus habitantes a Zeus y el Sol y que sean expertos en los asuntos divinos (seguramente por Zeus) y magos (tal vez por el Sol). Evidentemente, continúa aquí nuestro biógrafo con su identificación solar de Saturno, ya mencionada a propósito del cuadrante suroriental y, en cuanto a la preferencia religiosa de los hijos de Júpiter y de Saturno, está bien documentada en la tradición astrológica alejandrina, que tiene en cuenta la personalidad mítica y religiosa de los dioses a los que esos planetas representan más que las cualidades físicas de éstos. Sin duda aquí Tolomeo evita el problema de esas influencias guardando silencio sobre sus causas. Las indicaciones son más precisas y detalladas, en cambio, a propósito de los habitantes del subcuadrante central (SO) cuyos planetas dominantes son Marte (por la combinación de Escorpio) y Venus (por Libra), además de Mercurio (por Géminis). Aquí la presencia de Mercurio (planeta relacionado en la astrología tradicional con los misterios) y la identificación de Venus con la Gran Madre y de Marte con Adonis son otra reflexión histórico-religiosa sobre los cultos propios de las regiones (en particular Siria, puesto que aquí la Gran Madre es Venus-Atargatis).
El otro cuadrante para el que los cultos de sus habitantes resultan prioritarios según Tolomeo es, naturalmente, el suroccidental, en el que está incluido Egipto con Alejandría. Comprende Arabia, Azania, Etiopía Central, Tebaide, Oasis, Troglodítica, Cirenica, Marmárica, Bajo Egipto (todas ellas pertenecientes al subcuadrante central = NE) y las de Fazania, Nasamonitis, Garamántica, Getulia, Mauritania, Metagonite, África, Cartago y Numidia. El cuadrante corresponde a los signos y planetas de Cáncer/Luna, Escorpio/Marte y Piscis/Júpiter, pero está dominado en configuración occidental (nocturna) por los de Marte (por su casa, Escorpio) y Venus (por su exaltación en Piscis). La influencia negativa de Marte hace decir a Tolomeo que sus habitantes son brujos (μαγευτικοί) entre otras conductas reprobables, mientras que, a propósito de los nasamones y garamantes (bajo Piscis y regidos por Júpiter), se establece una asociación entre la identificación del planeta con el dios (aquí el racionalista se olvida por completo de las cualidades físicas del planeta) y se relaciona el culto con la versión africana del dios como Amón, que es el principal en la región (después de Siwa, el segundo oráculo en importancia estaba en la ciudad garamante de Augila y en Garama había un templo de este dios, ligado a sus reyes). Es más: quizá influido por la ya entonces tradicional divinidad de los planetas en la astrología y por la asociación de las posiciones occidentales con el otro mundo toma como motivo la influencia de los signos y planetas (Géminis/Mercurio, Libra/Venus y Acuario/Saturno) del cuadrante de la diagonal sobre las regiones del subcuadrante central de este (Cirenaica, Marmárica, Bajo Egipto, Tebaide, Oasis, Troglodítica y Arabia, Azania y Etiopía Central) para establecer que la proximidad y configuración occidental de los cinco planetas, hace a todos estos pueblos especialmente religiosos y propicia entre ellos el culto a los muertos.29 No es sino por esta razón histórico-religiosa y por el criterio de semejanza tan querido para la astrología, por lo que concreta más (en el mismo sentido) a propósito de la tendencia religiosa de los pueblos de la Cirenaica, la Marmárica y el Bajo Egipto; a éstos (por Piscis, que domina todo el cuadrante y por Géminis/Mercurio que tutela especialmente estas regiones del subcuadrante) les atribuye la investigación de los conocimientos sabios y divinos y los presenta como magos e iniciados en misterios ocultos30 (una referencia más, está claro, a los misterios de Isis y Osiris).
29 2.3.47: 47 ὅθεν οἱ κατὰ ταύτας τὰς χώρας κεκοινωνηκότες σχεδὸν τῆς τῶν πέντε πλανήτων οἰκοδεσποτείας ἑσπερίου φιλόθεοι μὲν γεγόνασι καὶ δεισιδαίμονες καὶ θεοπρόσπλοκοι καὶ φιλόθρηνοι καὶ τοὺς ἀποθνῄσκοντας γῇ κρύπτοντες καὶ ἀφανίζοντες διὰ τὸ ἑσπέριον σχῆμα, παντοίοις δὲ ἔθεσι καὶ νομίμοις καὶ θεῶν παντοίων θρησκείαις χρώμενοι. (“Por eso los habitantes de estas regiones, al tener en común más o menos el dominio vespertino de los cinco planetas, son amantes de los dioses, supersticiosos, fanáticos de la religión, amigos de cantos fúnebres y gente que entierra y los quita de la vista, a causa de la configuración vespertina, y que practican usos, costumbres y ritos de toda clase de dioses”).
30 2.3.49: καὶ τούτων δὲ οἱ μὲν περὶ τὴν Κυρηναϊκὴν καὶ Μαρμαρικὴν καὶ μάλιστα οἱ περὶ τὴν κάτω χώραν τῆς Αἰγύπτου μᾶλλον συνοικειοῦνται τοῖς τε Ἰχθύσι καὶ τῷ τοῦ Ἑρμοῦ, διόπερ οὗτοι διανοητικοί τε καὶ συνετοὶ καὶ εὐεπίβολοι τυγχάνουσι περὶ πάντα καὶ μάλιστα περὶ τὴν τῶν σοφῶν καὶ θείων εὕρεσιν μαγευτικοί τε καὶ κρυφίων μυστηρίων ἐπιτελεστικοὶ καὶ ὅλως ἱκανοὶ περὶ τὰ μαθήματα. (“De éstos, los pueblos de la Cirenaica y la Marmárica y especialmente los de la región baja de Egipto tienen más afinidad con Piscis y con el planeta de Mercurio, por lo que éstos son reflexivos, inteligentes y aptos para todo y en especial para la investigación concerniente a la sabiduría y la divinidad; tienen también relación con la magia y la celebración de misterios ocultos y en general tienen talento para las matemáticas”).
3.2. Importancia del círculo zodiacal para la religión
La relación entre los signos y las creencias y actividad religiosa de los individuos, aparte de en la etnología astrológica que hemos comentado en el apartado anterior, tiene su lugar también en la doctrina general sobre las clasificaciones del Zodíaco. Como a propósito de los planetas, Tolomeo busca en este caso razones pretendidamente no especulativas, adecuadas al sesgo científico que él quiere dar a la astrología. Y lo hace en dos pasajes, de los que uno se refiere a la naturaleza estacional de los signos y otro a los lugares de la eclíptica en el diseño de la carta astral.
1) Con respecto a los signos, es evidente que Tolomeo prescinde de razones cualitativas o de otra índole natural cuando registra sus efectos generales dentro del sistema astrológico recurriendo a la razón de semejanza, más que a cualquier otra. Así en 2.8.6 dice que los signos y constelaciones antropomórficas influyen sobre las personas, los de tierra sobre los cuadrúpedos, los de forma de reptil, sobre las serpientes, los que representan fieras, sobre los animales salvajes y dañinos, los que tienen figura de animales domésticos sobre los mansos y útiles, etc. Pues bien, a propósito del significado religioso de los eclipses cuando se producen en signos equinocciales (Aries y Libra), el alejandrino parece aplicar el mismo criterio, cargado de prejuicios histórico-religiosos, a este ámbito de la actividad humana. Al menos así lo entiende -y pienso que con razón- el comentarista anónimo, cuando relaciona la igualación de noches y días de estos signos con el sentido de justicia e igualdad que rige en la materia religiosa: Ἐπεὶ δὴ τὰ ἰσημερινὰ εἰς ἴσα διαιρεῖται τὴν νύκτα καὶ τὴν ἡμέραν. τῆς δὲ ἰσότητος ἔφοροι οἱ θεοί. καὶ τὰ ἱερά.
2) En este sentido es bastante más ilustrativo sobre la aplicación del principio de semejanza un pasaje, ya del libro IV, en el que después de relacionar las distintas profesiones humanas con los dominios planetarios (tema sobre el que trataremos más adelante) establece a propósito de éstas una clasificación de los signos zodiacales. Allí el astrólogo atribuye a la figura y condición de los signos (antropomórficos, animales, etc.) su influencia en cuanto a las profesiones (cuando los planetas están en ellos); y, por lo que atañe a las religiosas con carácter general, da la prioridad de nuevo a los equinocciales, aunque añade también los trópicos (Cáncer y Capricornio); pero además confiesa, de acuerdo con el criterio ya señalado, que los signos de tierra y agua tienen que ver con las profesiones en las que estos dos elementos tienen un papel destacado, incluyendo entre ellas (en el ámbito funerario) los enterradores (tierra) y los embalsamadores (líquidos). Otro pasaje (que citamos más adelante) seguirá el mismo principio a propósito de la clasificación cuando la luna se asocia con algún planeta en el tránsito por los distintos signos zodiacales.
3) Por último, en cuanto a la posición angular de los signos respecto del horizonte (es decir, en la dodecátropos) la adscripción del significado religioso de los eclipses al MC no tiene otra explicación que el significado de prestigio institucional, de autoridad religiosa, política, militar, jurídica y familiar, que se asocia al punto más alto de la eclíptica, aunque ni el propio Tolomeo, ni el comenta[1]rista anónimo ni Bouché-Leclercq tengan que decir nada al respecto:
ὁμοίως δὲ καὶ τὰ μὲν πρὸς ταῖς ἀνατολαῖς μᾶλλον ἔχοντα τὴν θέσιν ἐν τῷ χρόνῳ τῆς ἐκλείψεως περὶ τοὺς καρποὺς καὶ τὴν νέαν ἡλικίαν καὶ τοὺς θεμελίους τὸ ἐσόμενον σημαίνει, τὰ δὲ πρὸς τῷ ὑπὲρ γῆν μεσουρανήματι περὶ τὰ ἱερὰ καὶ τοὺς βασιλεῖς καὶ τὴν μέσην ἡλικίαν, τὰ δὲ πρὸς ταῖς δυσμαῖς περὶ τὰς τῶν νομίμων μετατροπὰς καὶ τὴν παλαιὰν ἡλικίαν καὶ τοὺς κατοιχομένους.
2.8.12: “De igual modo también los que están más próximos al oriente en el momento del eclipse, significan lo que ocurrirá en relación con los frutos, la juventud y los fundamentos, los que están cerca del medio cielo, se refieren a la religión, a los reyes y a la edad intermedia y los del occidente a los cambios legislativos, la vejez y los muertos.
3.3 Los planetas de la religión y sus configuraciones

Naturalmente, el papel principal en el condicionamiento religioso de los individuos corresponde a los planetas, y no por sus cualidades físicas, sino por la tradicional posición de los dioses a los que representan en los cultos y rituales. Tolomeo, en este caso, no difiere mucho de otros astrólogos de la misma época, anteriores y posteriores que, a propósito de las influencias planetarias sobre los hombres, ofrecen largos catálogos de inclinaciones, actitudes y profesiones. Y lo hacen, tanto por lo que se refiere a los planetas solos como a sus combinaciones con otros. En nuestro caso, el astrólogo trata sobre la relación de los planetas con la religión de una forma directa en dos supuestos:
1) A propósito de su influencia en las cualidades espirituales de los hombres:
En este punto, la posición de Tolomeo es clara y está condicionada por la tradición astrológica de los planetas implicados en la conformación del individuo. Y, aunque diferencia entre la configuración positiva y negativa de los planetas, por lo que se refiere a la religión, los efectos de algunos de ellos se registran solo en posiciones negativas (Saturno, salvo con Venus y Mercurio y Marte), otros, en posiciones positivas y negativas (Júpiter) y otros solo en posiciones positivas (Venus, Mercurio y el Sol), no registrándose ningún efecto propiamente religioso (a menos que consideremos en este ámbito la epilepsia y el perjurio) a propósito de la Luna. Así, Saturno, por su condición negativa y por su identificación con cuanto significa vejez, tristeza, taciturnidad y declive, está bien lejos de la εὐσέβεια como virtud positiva del hombre y, por tanto, sus influencias se orientan más a la superstición (δεισιδαιμονία) y a los comportamientos alejados de la moderación y la buena conducta religiosa (φιλόθρηνοι, μανιώδεις, ἱεροφοιτοῦντες), llegando a los comportamientos radicales contra los dioses y todo lo sagrado, cuando se asocia con el otro planeta negativo, Marte (ἄθεοι, ἀσεβεῖς, ἱεροσύλοι, τυμβωρύχοι) y, en posiciones negativas, incluso con Venus (ἀσεβεῖς, θεῶν καταφρονητικοί y μυστηρίων καὶ ἱερῶν διασυρτυκοί) y por supuesto con Mercurio (μαγικοί y tal vez, por la asociación con el anterior, φαρμακευταί). Solamente, en posiciones positivas con estos dos planetas, motiva conductas religiosamente más aceptables, en las que su aportación es la nocturnidad y el carácter secreto (con Venus, solo: μυστηρίων καὶ τελετῶν ἐπιθυμηταί y, con Mercurio, de ambos: μυστικοί, μέτοχοι ἀποκρύφων καὶ ἀπορρήτων) y el resto del otro planeta (con Venus, los aspectos positivos del culto: θρησκευταί, ἱεροποιοί, ἐνθεαστικοί, θεοπροσπλόκοι y lo mismo con Mercurio: τερατουργοί). Igual que Saturno, en algunas de sus influencias Marte, siempre solo o con Mercurio, es responsable de los que niegan a los dioses (ἄθεοι) y, en el segundo caso (es decir, con Mercurio), condiciona conductas en las que al efecto negativo del planeta y de su posición se suma el carácter esotérico de Mercurio para dar γόητες, μάγοι y, si damos al otro término el sentido de ‘brujos’ por la asociación con el anterior, φάρμακοι. La piedad religiosa, en cambio, es atributo de Júpiter: éste, en buenas posiciones solo, con Venus o con Mercurio, se manifiesta como tal (θεοσεβεῖς, εὐσεβεῖς, φιλóθeοι y ἀσκηταί) y, para que esos efectos se conviertan en negativos, se requiere que el planeta esté mal posicionado o mal configurado con aquellos planetas (δεισιδαιμονία, ἱερῶν ἐγκάτοχοι, θεοπρόσπλοκοι y μαγευτικοί). Τambién la piedad religiosa es fruto de Venus en buena posición, solo (φιλοθεώτατοι) o con Mercurio (εὐσεβεῖς); y, por supuesto, del gran astro que simboliza la religión, el Sol: éste, en configuración con los planetas dominantes y en buena posición induce a la piedad religiosa (θεοσεβέστερον). En cuanto a Mercurio, solo y en buena posición, su influencia es la propia del planeta asociado con Saturno a los rituales mistéricos (μυστηριακοί).
2) A propósito de las profesiones.
Los mismos criterios (todos ellos especulativos) son los que rigen la participación de estos planetas en el capítulo de las profesiones, ligadas a la acción de Venus, Marte y Mercurio que, solos o asociados a otros, imponen su personalidad tradicional al catálogo de profesiones religiosas propiciadas por ellos. En el caso de Venus, si está configurado con Saturno, determinará las profesiones religiosas adecuadas al carácter negativo y esotérico del viejo planeta (γόητες δὲ καὶ φαρμακοὶ καὶ προαγωγοὶ καὶ τοὺς ἐκ τῶν ὁμοίων τούτοις πορίζοντας); si además el mismo planeta se configura con los responsables de la profesión Venus y el negativo Marte, tendremos profesiones religiosas variadas, pero carentes de prestigio; en algunas de ellas advertimos el perfil artístico propiciado por Venus y la relación de Saturno con el ámbito funerario (ἱερῶν ζῴων θεραπευταί, tal vez por Venus; ἀνθρώπων ἐνταφιασταί, θρηνῳδοί, τυμβαῦλαι, por Saturno y Venus; y ἐνθουσιασταί, por Venus y Marte, ὅπου μυστήρια καὶ θρῆνοι καὶ αἱμαγμοί, τὰς ἀναστροφὰς ποιούμενοι); el rango social de estas profesiones será más elevado, si el planeta que se configura con ambos no es Saturno, sino Júpiter, el planeta de la religión institucionalizada: ἱεροπροσπλόκοι, οἰωνισταί, ἱεροφόροι. En cuanto al dominio del otro gran planeta de las actividades, Marte, las prescripciones registradas por Tolomeo lo asocian al Sol (con el que comparte todas las profesiones relacionadas con el fuego). Bajo su influencia y a propósito de la religión, se incluyen los embalsamadores (ταχισταί), si es Saturno (de nuevo el planeta de la muerte) el que está en configuración con ellos (Marte y el Sol), y los oficiantes de sacrificios (θυσιουργοί), si el que participa en la configuración es Júpiter, al que se adscribe en general el sacerdocio.39 Mercurio, por su condición de sirviente (otra condición debida a su personalidad mitológica como dios al servicio de los dioses) y por su tutela sobre el saber científico y técnico, será el responsable de los sacrificadores (θῦται), adivinos en general (μάντεις) y especializados, ya sea solo (ἀστρολόγοι) o en configuración con Saturno (ὀνειροκρίται ἢ ἐν ἱεροῖς τὰς ἀναστροφὰς ποιούμενοι προφάσει μαντειῶν καὶ ἐνθουσιασμῶν); a su vez, con Marte, el otro planeta de las profesiones, solo se registra su responsabilidad en el nacimiento de escultores de estatuas sagradas (ἱερογλύφοι).
39 4.4,5: Marte con el Sol y configuración de Saturno: ὁ δὲ τοῦ Ἄρεως μετὰ μὲν τοῦ ἡλίου σχηματισθεὶς τοὺς διὰ πυρὸς ἐργαζομένους ποιεῖ, …. κἂν μὲν ὁ τοῦ Κρόνου αὐτῷ μαρτυρήσῃ ναυτικούς, ἀντλητάς, ὑπονομευτάς, ζωγράφους, θηριοτρόφους, μαγείρους, παρασχίστας· ἐὰν δὲ ὁ τοῦ Διὸς, στρατιώτας, ὑπηρέτας, τελώνας, πανδοκέας, πορθμέας, θυσιουργούς («el planeta de Marte configurado con el Sol produce a los que trabajan con el fuego,… y si el planeta de Saturno se configura con él, a los marineros, sentineros, mineros, pintores, criadores de fieras, cocineros y embalsamadores; y si lo hace el de Júpiter, a los soldados, remeros, cobradores de impuestos, hoteleros, transportistas y oficiantes de sacrificios»).
Por último, en cuanto a Mercurio, al que ya hemos visto actuar en sus configuraciones con Venus y Marte, su influencia es especialmente rica en el ámbito de la religión cuando se relaciona con la Luna. Entonces pone en juego todas sus atribuciones como planeta de la adivinación y de la inspiración poética, que le son propias. Así, cuando la Luna ocupa el lugar de las actividades con Mercurio después de la conjunción (tetr. 4.4.10) y dicho lugar está representado por los signos de Tauro, Capricornio o Cáncer, ποιεῖ μάντεις, θύτας, λεκανομάντεις; si son Sagitario o Piscis, νεκρομάντεις καὶ δαιμόνων κινητικούς; si es Virgo o Escorpio, μάγους, ἀστρολόγους, ἀποφθεγγομένους, προγνώσεις ἔχοντας; y si se trata de Libra, Aries o Leo, θεολήπτους, ὀνειροκρίτας, ἐφορκιστάς.
4. A modo de conclusión

En estas prescripciones no queda ya nada de las pretendidas razones científicas con que Tolomeo quiere justificar las influencias de los astros, sino que se impone definitivamente el peso de la historia de la astrología con sus criterios de semejanza aplicados a la representación simbólica de los signos zodiacales. La Luna como astro de la noche y Mercurio como dios esotérico explican el perfil oculto y secreto de algunas de las profesiones mencionadas en el apartado anterior, en particular el de los necromantes, los magos y los intérpretes de sueños. Y, en cuanto a los signos en que se encuentran los planetas de la profesión, que también determinan las orientaciones religiosas de sus hijos, el criterio de semejanza es de nuevo decisivo. Por lo que a nuestro tema particular se refiere, todavía podría percibirse un último intento de pretensión física cuando otra vez recupera la influencia de los signos trópicos y equinocciales para explicar las profesiones sacerdotales como parte de la ecuanimidad y elevación espiritual implicada por ellos (como se dijo en 2.2.8): τὰ δὲ τροπικὰ καὶ ἰσημερινὰ πρὸς τὰς ἑρμηνευτικὰς καὶ μεταβολικὰς καὶ μετρητικὰς καὶ γεωργικὰς καὶ ἱερατικάς,… (4.4.9); pero la atribución de las profesiones que tienen que ver con enterramientos (tierra) y embalsamadores (líquidos) a signos de tierra y agua no tiene otra explicación posible que la ya dicha de la analogía: τὰ δὲ χερσαῖα καὶ τὰ κάθυγρα πρὸς τὰς ἐν ὑγροῖς καὶ δι’ ὑγρῶν καὶ τὰς βοτανικὰς καὶ ναυπηγικάς, ἔτι τε περὶ ταφὰς ἢ ταριχείας ἢ ἁλείας ἢ ψυλλίας (4.4.9). Y, para terminar, que la Luna a su paso por el lugar de las profesiones, después de la conjunción (es decir en fases menguantes, que son una peculiaridad de la condición espiritual, secreta y oscura del fenómeno religioso en general) y Mercurio (el planeta del esoterismo y del servicio religioso) den lugar a diferentes profesiones religiosas, es más de lo mismo. En efecto, en la clasificación zodiacal de esas profesiones, volvemos a encontrar explicaciones que no tienen nada de racional y físico, sino que se deben a la historia de los signos o a su significado simbólico. Así, que en Tauro, Capricornio y Cáncer nazcan μάντεις, θῦται y λεκανομάντεις puede deberse a los animales del sacrificio (Tauro), al carácter trópico de los signos (Capricornio y Cáncer) y al simbolismo y condición acuática de Cáncer (λεκανομάντεις); que en Sagitario y Piscis (signos de Júpiter) tengamos νεκρομάντεις y movedores de démones (δαιμόνων κινητικούς) tal vez tenga que ver con las influencias adivinatorias y religiosas de algunos de sus paranatéllonta, en el caso de Sagitario, y con la relación de Piscis con Osiris (dios de los muertos) lo primero; que con Virgo y Escorpio se asocien μάγοι, ἀστρολόγοι, ἀποφθεγγόμενοι y προγνώσεις ἔχοντες, si la Luna coincide con Mercurio, está claro al menos en lo que se refiere a Virgo, casa diurna de Mercurio, signo asociado habitualmente en los textos astrológicos a la astrología y a las otras profesiones adivinatorias; y probablemente también con Escorpio, a cuyos primeros grados atribuyen Teucro y el Liber Hermetis la ascensión de Uranóscopo y a los últimos la del Altar, constelaciones relacionadas con estas profesiones religiosas; en cuanto a los magos, dado el sentido negativo que con frecuencia tiene el término en estos textos, tal vez haya referir este dato a la influencia también negativa de Escorpio (casa diurna de Marte).
Τodo lo dicho demuestra, pues, que Tolomeo, por más que quiera expulgar la astrología de su bagaje mítico y religioso y reducir las influencias de planetas, signos zodiacales y paranatéllonta a razones físicas, previsibles con un método científico y aséptico, en la práctica no logra desembarazarse de la larga tradición histórica de la que es heredero. De cuando en cuando las razones culturales que subyacen como fundamentos de la doctrina se imponen a las pretensiones científicas del astrólogo y, sin que él se dé cuenta, tal vez, los planetas y constelaciones manifiestan como influencias astrológicas las cualidades, defectos y gestas que configuraron a los dioses griegos y los héroes de la leyenda desde Homero y Hesíodo hasta sus días. Concluimos así, como concluía Hübner en el trabajo con que abríamos estas páginas “que la mythologie (et la religion podemos añadir nosotros) est liée si étroitement à l’astrologie que même le sobre Ptolémée ne pouvait pas s’en passer. Bien au contraire: on pourrait dire que sa «Tétrabible» est forcément pénétrée de mythologie (et de religion) parce qu’elle réside au coeur même de la doctrine.”
Ω
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